Emmanuel, Chávez y las FARC
Del show mediático al aislamiento internacional
En las vísperas de la Navidad esperábamos no solo que un niño volviera a nacer en nuestros corazones, sino que otro por fin tuviera un hogar digno. Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, podía regresar desde un lugar recóndito de las selvas de Colombia. Así se lo había prometido la guerrilla de las FARC a Hugo Chávez, y quizás todos los colombianos pensamos, ¿por qué no creerles una vez más? Los días pasaban y aún no había luz verde. Pero cuando el año viejo llegaba a su fin y la esperanza de la liberación se extinguía, el presidente Uribe planteó una hipótesis que parecía inverosímil por el cinismo que evidenciaba: las FARC no habían liberado a los secuestrados porque uno de ellos, el niño precisamente, no estaba con ellos sino que estaba en el ICBF de Bogotá, y además, desde hace tiempo. Las pruebas de ADN ya lo han confirmado. Más aún, la guerrilla lo ha aceptado, aclarando que en realidad Uribe secuestró al niño para boicotear el inminente gesto de sensibilidad humanitaria.
En las vísperas de la Navidad esperábamos no solo que un niño volviera a nacer en nuestros corazones, sino que otro por fin tuviera un hogar digno. Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, podía regresar desde un lugar recóndito de las selvas de Colombia. Así se lo había prometido la guerrilla de las FARC a Hugo Chávez, y quizás todos los colombianos pensamos, ¿por qué no creerles una vez más? Los días pasaban y aún no había luz verde. Pero cuando el año viejo llegaba a su fin y la esperanza de la liberación se extinguía, el presidente Uribe planteó una hipótesis que parecía inverosímil por el cinismo que evidenciaba: las FARC no habían liberado a los secuestrados porque uno de ellos, el niño precisamente, no estaba con ellos sino que estaba en el ICBF de Bogotá, y además, desde hace tiempo. Las pruebas de ADN ya lo han confirmado. Más aún, la guerrilla lo ha aceptado, aclarando que en realidad Uribe secuestró al niño para boicotear el inminente gesto de sensibilidad humanitaria.
Ésta es la historia de cómo con un amague la única guerrilla del continente latinoamericano ha engañado al mundo entero. Desde Sarkozy a Kirchner, desde Chávez hasta las familias de los secuestrados. En el empeño humanitario de tantos líderes políticos nacionales e internacionales que quisieron salir en la foto de los secuestrados recién liberados se aunaban quizás el empeño humanitario con el afán de protagonismo en una cuestión que lamentablemente excede los buenos oficios. Vengan de quien vengan.
¿Qué queda de todo esto? A mi juicio, un ganador, varios perdedores y una conclusión imperativa.
El ganador: El gobierno de Colombia. Con este hecho ha quedado demostrado que su retórica persistentemente crítica con las FARC tiene sustento. Las FARC mismas han caído en un precipicio como consecuencia de su codicia de pantalla internacional. Decir que Uribe debió develar anteriormente la hipótesis de Emmanuel es, cuando menos, ingenuo: era su as bajo la manga, y como tal, es políticamente lícito utilizarlo únicamente en el momento adecuado.
Los perdedores: Primero, las FARC. Cuesta trabajo pensar que la comunidad internacional siga creyendo en su buena fe. En adelante, será al contrario que ahora: primero hechos, luego discursos.
Otro gran perjudicado es el presidente Chávez: las FARC lo engañaron groseramente y demostraron que incluso ni la afinidad ideológica con el comandante del socialismo del siglo XXI los mueve a avanzar hacia la paz. Ojalá impere en él la sensatez en este momento y se solidarice con el gobierno colombiano en vez de seguir inculpándolo.
Pierden también los familiares de los secuestrados. No solamente con el hecho de marras y la frustración de una ilusión que esta vez pareció muy cerca, sino que además por la excesiva confianza en las gestiones de Chávez. En el futuro, quizás una dosis del escepticismo que tienen hacia el gobierno colombiano aplicada a los gestos de los gobernantes extranjeros los prevenga de ilusiones rotas.
La conclusión imperativa: La comunidad internacional debe aislar a las FARC. Evidentemente han malbaratado su buena fe, y en ese sentido es más increíble el error de cálculo que tuvieron. Incluso aunque liberaran en las próximas horas a Clara Rojas y a Consuelo González de Perdomo -cosa que deberían hacer si quieren salvar algo de su imagen política-, evidentemente se han alejado del reconocimiento que pretenden a un estatus de beligerancia, y su estatus político ha quedado seriamente cuestionado. La comunidad internacional debe entender que las FARC son un grupo movido más por el apetito del dinero del narcotráfico y el secuestro que por el deseo de cambiar el orden socio político de Colombia. Por ello, ahora más que nunca parece imperativo mantenerlos en las listas de grupos terroristas, mantener clausuradas sus oficinas en el extranjero, cortarles los canales de financiación, tanto los legales (como las donaciones de Ong) como los ilegales (venta de armas y connivencia con sus cabecillas), y exigir actos unilaterales de paz antes de cualquier acercamiento futuro.
Más allá del análisis político, qué duda cabe que el mayor beneficiado de todo esto es Emmanuel. Lástima que haya requerido un show mediático para volver a casa.
Arequipa, 5 de enero de 2007.
(Publicado en El Comercio, Lima, 8 de enero de 2008; y en El Colombiano, Medellín, 9 de enero de 2008).
(Publicado en El Comercio, Lima, 8 de enero de 2008; y en El Colombiano, Medellín, 9 de enero de 2008).
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