El periplo europeo

No cabe duda de que los emotivos abrazos que ha recibido el presidente en Europa son reconfortantes. Políticamente son significativos porque son de influyentes líderes, que además representan intereses específicos por lo que pasa en Colombia. En el contexto actual, la gira ha sido totalmente pertinente. Es evidente que con ella se trataba de contrarrestar la ofensiva verbal y mediática chavista de los últimos días, que aunque nos parezca desproporcionada y falaz tiene sus seguidores, y más aún, siembra dudas internacionalmente. Sin embargo, la gira europea del presidente parecía ser una visita a los amigos, y la política no solo se hace con éstos. Es cierto que en el pasado estos viajes no siempre estuvieron acompañados de grandes aplausos: pensemos en el semivacío parlamento europeo que lo escuchó hace unos años, el tiempo en que Zapatero se disponía a venderle armas a Venezuela, o cuando Berlusconi no recibió al presidente seguramente por estar en el spa–. No obstante, el zigzagueante devenir de la política latinoamericana, marcado por la estridencia chavista y las aventuras políticas y constitucionales de Morales, Correa y Ortega han creado un clima óptimo para que en Europa sea bien recibida la visita de un gobernante percibido como serio y demócrata.

Rafael Pardo escribió que las visitas presidenciales requieren seguimiento porque de lo contrario los resultados se vuelven flor de un día. Y efectivamente, podría no tardar en volverse a sentir el eco negativo de la imagen del gobierno o sus políticas, el eco de la ignorancia frente a la naturaleza de la guerrilla, y quizás volveríamos a tener noticias de ventas de camisetas con el nombre de las FARC, o donaciones de ingenuas ONG que creen estar financiando a Robin Hoods criollos.

Por eso, más allá de los abrazos, de la feliz coincidencia con el congreso de víctimas de la Universidad San Pablo CEU de Madrid –en el que estuvieron Clara de Rojas y Pinchao–, de la oportuna presencia de Clara Rojas en el encuentro con el jefe del gobierno español, de los favorables titulares de la prensa, incluso, más allá del clima nacional del 81% de aprobación a su gestión –la más alta desde 2002– cuyo anuncio coincidió con el viaje, ¿qué queda del periplo de Uribe por el Viejo Continente?

Queda, a mi juicio, un golpe de opinión, y una espada de Damocles. El golpe de opinión es evidente: Uribe ha consolidado la imagen favorable del tratamiento del conflicto colombiano insistiendo aún más en el carácter narcoterrorista de las FARC y en la necesidad de no sacarlas de los listados de terroristas como pidió el presidente venezolano. El compromiso que le expresaron en éste sentido Sarkozy, el Rey, Zapatero y Solana es decisivo. Asimismo, ha consolidado la estrategia diplomática serena y firme hacia la injerencia del coronel venezolano.
Sin embargo, el gobierno debe ser cauto con el efecto duradero de ésta visita. Eduardo Posada Carbó escribía hace unas semanas en El Tiempo que el gobierno no necesita convencer al mundo de los horrores de las FARC, sino de la legitimidad de las políticas gubernamentales. Para ello, el intelectual avizoraba la necesidad de un discurso articulado entre el gobierno, la oposición y la sociedad.

La espada de Damocles proviene del Elíseo. Sarkozy ha dejado en evidencia que no hay que sacar del juego definitivamente a Chávez, y eso políticamente, no deja de preocupar aunque tuviera buenas consecuencias como en el caso de las liberadas recientemente. Además, por su estilo, el interés personal que tiene en la liberación de Íngrid, y por su pretensión de liderazgo europeo, no se pueden descartar futuras movidas audaces al estilo “Granda” que pongan en aprietos al ejecutivo. La espada de Damocles consiste en que el asunto de los secuestrados se sigue internacionalizando, y con ello, la posibilidad de que más personas intervengan en él. Para bien o para mal. Pero es un dato con el que deberán contar en Palacio.

Arequipa, 24 de enero de 2008.

(Publicado en El Colombiano, Medellín, Domingo 27 de enero de 2008).

Comentarios

Unknown dijo…
Resulta sumamente preocupante la actitud beligerante que ha adoptado el presidente venezolano Hugo Chavez, lo que ha hecho que deje de mirarse como una simple hipotesis un eventual confrontamiento belico con el vecino pais, empeñado en una carrera armamentista que todos conocemos, el cual, a no dudar, traeria un respiro a la situación interna que afronta el vecino pais.
¿Será esta la hecatombe necesaria para la reelección del presidente Uribe? Me preocupa que cada vez se afianze aún más una segunda reelección, pero desafortunadamente, debo aceptar que en el panorama Colombiano no hay una figura politica con el talante de frenar los aires expansionistas del vecino presidente-comandante. y ello no quiere decir que desconozca los grandes logros que ha logrado el presidente Uribe con su politica de seguridad democratica, pero el poder corrompe.
Ojalá que lo de la hipótesis de una guerra con Venezuela sea solo eso. En el contexto político del siglo XXI tal escenario sería devastador para los dos países.
Yo creo que en Colombia sí debe haber alguien que continue la obra que Uribe ha hecho.

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