La nueva oposición
Por cuenta de la equívoca ‘Unidad Nacional’, el Congreso que terminó su período el pasado 20 de junio deja un pobre balance en el terreno del control político y de la deliberación política. De allí que difícilmente los ciudadanos recordemos un debate serio a algún ministro o los principales argumentos que formularon los defensores del marco jurídico para la paz, por poner un ejemplo.
En este contexto, la consolidación de un partido de oposición con coherencia ideológica y que tendrá una bancada unificada es una buena noticia que cualquier democracia liberal. Pues son precisamente la ausencia de control político y de debate crítico frente al Gobierno dos rasgos distintivos de los sistemas autocráticos.
Por ello, el proceso institucional mediante el cual el Centro Democrático se está convirtiendo en un partido político es una señal saludable para nuestra democracia. Desde el próximo domingo, el uribismo tiene el reto de ser una oposición firme pero no intransigente, propositiva y no reactiva, unificada pero no uniformada, moderada pero no incoherente, firme pero no agria.
Ello ocurrirá en un contexto de despolitización, el cual demanda que el Centro Democrático tenga como interlocutores a los ciudadanos y a la opinión pública. Pero también a los congresistas de las otras fuerzas políticas, pues allí están las potenciales alianzas y compromisos que evitarán que el papel de la oposición sea marginal otros cuatro años.
Por lo tanto, mejor noticia para la democracia que la estructuración de una nueva corriente de oposición sería que el Centro Democrático y el Polo Democrático encontraran coincidencias programáticas en el control político y el debate crítico que le harán a la gestión de Santos II. Y los temas serán innumerables.
Publicado en El Colombiano, 17 de julio de 2014.
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