Buenas intenciones y silencios elocuentes

El discurso del Presidente Santos en la apertura de la nueva legislatura del Congreso puede sintetizarse en tres palabras: paz, prosperidad y unidad. 

Sobre la paz, reiteró su ya conocida tesis de que la institucionalidad y la sociedad colombiana deben poner las condiciones para alcanzarla. Sin embargo, su silencio frente a sus interlocutores en La Habana hacen pensar que a ésta silla le siguen faltando patas. ¿Por qué hacerle creer a los ciudadanos que la paz depende sólo de la sociedad y la institucionalidad si se trata de una negociación bilateral?

Sobre la prosperidad, el Presidente anunció la prolongación y puesta en marcha de iniciativas tendientes a reducir la inequidad, especialmente, en el campo. Sin embargo, en el siglo XXI, la forma más eficaz de combatir la inequidad es mediante la educación, la infraestructura y el desarrollo científico y tecnológico. El silencio presidencial y los lugares comunes sobre estas materias revelan que para Santos el problema de la inequidad es un asunto de recursos. Por eso prometió aumentarlos. Pero nada más. 

Sobre la unidad, invitó a sus contradictores a sumarse a su proyecto de paz y a trabajar mancomunadamente por el posconflicto, concepto que sigue siendo prematuro. Sin embargo, la estrategia reciente de convertir en temas de Estado los casos de María del Pilar Hurtado y Andrés Felipe Arias permiten suponer que en su llamado a la unidad y a la reconciliación hay una tácita ironía. 

Más allá del contraste en estos tres aspectos, sobre la corrupción hubo un silencio atronador. Un presidente que formalmente es miembro de un partido donde sus mayores electores al Congreso fueron Ñono Elías y Musa Besaile, y que destinó incontables recursos públicos para ganar su reelección no debió evitar referirse a la transparencia, austeridad y rendición de cuentas propias de una gobernanza responsable y moderna. Veremos si lo dejó para el 7 de agosto.

En síntesis, una metáfora futbolera: Santos pretende remontar el partido en el segundo tiempo sin hacer cambios en la alineación ni en su estrategia de juego. Por ello, la opinión pública no debería distraerse en jugadas vistosas (El Congreso de la Paz) o llegadas de peligro al arco rival (eliminar la reelección o restablecer el equilibrio de poderes), pues con el mismo equipo y los mismos jugadores, el resultado probablemente será el mismo del primer tiempo. 

Publicado en El Colombiano, 21 de julio de 2014. 

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