Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía, de John Gray
Quienes aún piensan que los libros contienen lo que indican sus títulos, pasan por alto que, en nuestra época, los libros se comercializan como lo hacen las pastas de tomate y las cremas para el aseo personal. Por lo tanto, el nuevo texto del profesor británico John Gray no es un manual que indique los pasos de un culto satánico o algo por el estilo. Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía constituye una documentada reflexión acerca del fenómeno de las religiones políticas contemporáneas. Es decir, se trata básicamente de una lectura del nazismo y del comunismo como ideales utópicos, los cuales en vez de traer el cielo a la tierra como prometían sus líderes, anticiparon bajo esquemas políticos temibles aspectos del infierno. En este sentido, se hace pertinente relacionar esta obra de Gray con los textos de su compatriota Michael Burleigh, quien en Poder Terrenal. Religión y política en Europa. De la Revolución francesa a la primera Guerra mundial (2005), y en Causas Sagradas. Religión y política en Europa. De la primera guerra mundial al terrorismo islamista (2006), ha propuesto una lectura semejante de la historia contemporánea de Europa, pero desde una perspectiva historiográfica. La de Gray es teórico política.Lo original de este texto es que, más allá de la indagación por las complejas causas que originaron estas ideologías, de la compilación de los horrores que promovieron, o de las nefastas consecuencias que produjeron para la vida occidental, propone una interpretación desde la categoría de la utopía de dichos proyectos políticos y otros más recientes, mostrando cómo en este clásico problema político se pueden encontrar elementos de comprensión tanto de sus propósitos como de sus mecanismos. Una somera definición de la utopía la encuadra como la proyección teórica en un futuro y en un lugar no siempre determinado geográficamente de una sociedad en la que se plasman unos principios y cánones considerados como ideales y deseables, los cuales se pretenden alcanzar y realizar específicamente por medios e instrumentos políticos mediante el diseño de instituciones y estructuras de tipo político.
Conocida en Occidente básicamente como un género literario, la utopía se caracteriza por el hecho de declararse abiertamente como tal. Obras clásicas en dicho género como la República de Platón, Utopía de Tomás Moro o La ciudad del sol de Campanella, señalaron explícitamente un mundo ideal que se podía elucubrar teóricamente. Sin embargo, sólo hasta el siglo XX la utopía fue emprendida como una empresa política real e histórica, tiempo en el cual, con la ilusión de diseñar un hombre nuevo y una sociedad idílica, los ideólogos políticos pasaron a la acción.
Volviendo al libro de John Gray, en el tratamiento del concepto de la utopía aplicándola como clave de lectura de algunos fenómenos políticos contemporáneos también se halla, a mi juicio, la mayor carencia del texto. Porque el autor amplía excesivamente los alcances del concepto de utopía y la refiere a fenómenos como la invasión a Irak promovida por Bush en 2003, y al gobierno laborista de Tony Blair en el Reino Unido –por su conexión con el neoconservadurismo–. Y digo que la extensión a estos fenómenos constituye un elemento débil del texto no porque su crítica a tales administraciones no esté bien documentada o carezca de razón en muchos aspectos, sino porque parece prematuro sostener que tales gobiernos emprendieron proyectos utópicos. Es cierto que la tesis de Fukuyama de la extensión universal de la democracia luego del fin de la Guerra Fría es evidentemente utópica, pero retomar dicha tesis como uno de los elementos justificatorios de una empresa bélica no hace per se a toda la política, más aún, a un gobierno reelecto como el de George W. Bush, como utópicos. Además, si bien es cierto que una de las tesis fuertes del neoconservadurismo es el cambio de régimen, ése sólo elemento no configura como utópica una política que busque propiciarlo. Por ello, no comparto su tesis de que “el cambio de régimen en Irak constituye un ejemplo clásico de la mentalidad utópica llevada a la práctica” (p. 208).
En este sentido, en su último texto, América en la encrucijada, Francis Fukuyama apuntaba que el derrumbe rápido, inesperado y pacífico del comunismo validó el concepto del cambio de régimen como un enfoque de las relaciones internacionales. Sin embargo, tal situación sentó las bases de un giro equivocado de los neoconservadores en la década del noventa y tuvo consecuencias negativas después del 11–S, específicamente en Irak. Para Fukuyama, básicamente el error residió en no comprender que lo sucedido luego de la caída del Telón de Acero fue la excepción en la historia política y no la regla, y por ello que una política exterior no puede basarse en tales postulados, menos aún pretender que tales transformaciones de regímenes se darán a corto plazo como al parecer creyó la administración republicana ante el escenario post–Hussein. Es decir, el propio “padre” de la teoría moderna del cambio de régimen –que algunos atribuyen simplistamente al prestigioso profesor de filosofía política de la Universidad de Chicago, Leo Strauss– reconoce que tal idea no se puede aplicar universalmente y en todos los casos. La muestra de ello es que considera que no verlo así explica uno de los mayores errores de la administración republicana en la intervención de Estados Unidos en Irak.
Ahora bien, en este texto Gray continúa su mordaz crítica al ideario ilustrado, en el entendido que allí se encuentra la raíz teórica de los proyectos utópicos modernos. Visto desde este punto de vista, Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía, es una continuación de su brillante texto Al Qaeda y los que significa ser moderno, aparecido en nuestra lengua en 2004. La crítica que ha sostenido este teórico liberal gravita sobre la idea de que la modernidad al estilo occidental ha ignorado arbitrariamente que las religiones juegan un papel en la vida de las sociedades. Y por ello, la vacuidad del mito moderno secularizado de Occidente y su fracaso como proyecto universal quedó puesto en evidencia en los acontecimientos políticos más significativos de la posguerra fría, en los cuales se puede comprobar la fuerte presencia de la religión como motivo de movilizaciones, transformaciones y cohesión colectiva en todo el mundo En el fondo, Gray critica la forma de modernidad que ha prevalecido en Occidente, que supone ser laico o agnóstico, ilustrado y pacífico, y arremete contra ella porque dicha versión de la modernidad no es otra cosa que una inconfesada sustitución secularizada de la tradición cristiana. A pesar de que esta forma de modernidad ha definido unos cánones que se presentan como innovadores, superadores del pasado y definitorios de lo que se considera progreso, su ethos no es sino el de una transferencia.
En esa línea argumentativa, uno de los aspectos más sugerentes de este texto de John Gray es el señalamiento del carácter sustituto de la utopía moderna: “Mientras el cristianismo se mantuvo incontestado, la utopía fue un sueño reivindicado por sectas marginales. El declive del cristianismo va asociado al auge del utopismo revolucionario. El cristianismo fue rechazado, pero sus esperanzas escatológicas no se desvanecieron. Fueron reprimidas, sí, pero regresaron en forma de proyectos de emancipación universal” (p. 46). En esa dirección Gray postula el último capítulo de la obra, titulado El postapocalípsis, en el que construye una crítica de la mentalidad laicista contemporánea impugnando principalmente el conjunto de conceptos que dicha mentalidad dice superar pero, que en el fondo, sólo transfiere y cambia de contenido. En este contexto, el profesor Gray asevera que si lo religioso es una necesidad humana, el Estado debería diseñar un marco en el que las religiones puedan convivir, y así mismo encarne un tipo de tolerancia cuya finalidad no sea la verdad, sino la paz (p. 279).
Sólo así, parece insinuar Gray, las ideologías políticas evitarán la tentación de pretender construir paraísos terrestres, y la utopía será sólo un interesante género histórico y literario, quizás de donde nunca debió salir.
Buenos Aires, 2 de abril de 2009.
Publicado en http://biblioteca.unisabana.edu.co/abc/archivos/misa_negra.pdf
http://www.politicaygobierno.cl/documentos/enfoques/12/res_Ivan_Garzon.pdf
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