El nuevo portazo de las FARC
Una vez más, las FARC rechazaron una propuesta gubernamental en vistas al acuerdo humanitario, ésta vez la de la mediación de España y la Iglesia Católica. Dicen que han tomado partido por el presidente Uribe y por eso se han descalificado a sí mismas. La negativa no sorprende, pues se suma a una larga lista mediante la cual la guerrilla se la juega por un pulso político con el Gobierno como correlato de su repliegue militar. Por ello, quedamos en las mismas, o quizás, como siempre hemos estado desde 2002, año en que el Estado volvió a tomar la ofensiva militar por cuenta de la política de seguridad democrática.
Pero precisamente como volvimos a lo de siempre, se imponen varios análisis.
En primer lugar, es evidente que el comunicado trasluce la amargura del rechazo a la propuesta del presidente Chávez de sacar a la guerrilla de las listas internacionales de grupos terroristas. Tal iniciativa fue rechazada en forma casi unánime por los diferentes Estados y cuando menos, el silencio de algunos gobiernos latinoamericanos puso en evidencia que al coronel venezolano no lo iban a secundar ésta vez. Éste fue el caso de Argentina, Brasil y Ecuador.
En éste contexto, las negativas de las FARC hay que entenderlas más como ofensivas mediáticas y políticas que como reacciones a las propuestas gubernamentales. No es casual que en el comunicado difundido por Anncol, Raúl Reyes dirija sus críticas a los medios de comunicación “al servicio de los yanquis y las oligarquías”, y entre ellos mencione a El País de Madrid. A mi juicio, la alusión a un periódico de izquierda socialdemócrata se da porque hace dos meses se difundía un reportaje en el que el periodista John Carlin, basándose en el testimonio de varios desertores, denunciaba la complicidad de las autoridades de la Guardia Civil venezolana con las FARC, así como las inconsistencias de la lucha revolucionaria. Para infortunio de la guerrilla, no solo el reportaje aparecido un domingo en las páginas del que es quizás el diario en castellano más leído del mundo le dio la vuelta al mundo, sino que ha sido traducido y publicado hace pocas semanas por el periódico The Guardian de Londres. Dado que el trabajo propagandístico de las FARC es muy activo en Europa, tales publicaciones, unidas a la exitosa gira del presidente Uribe por el Viejo Continente en la última semana de enero los ha hecho ceder el terreno político que la liberación de las secuestradas y las declaraciones de Chávez les había dado.
Para mí, es claro que la guerrilla no va ceder un ápice a sus propuestas de liberación de los secuestrados. Éstas se harán únicamente en sus términos como ya ocurrió. Por eso, a su modo, siguen presionando para que Chávez vuelva a intervenir como mediador. Pero en el fondo, desde ya le están apostando a que Álvaro Uribe no sea reelegido nuevamente, o, en todo caso, que el presidente en 2010 no sea uno de los continuadores de las políticas gubernamentales de mano dura como Germán Vargas Lleras o Juan Manuel Santos. Por ello, la apuesta de las FARC sigue siendo política, y quizás detrás de éste nuevo portazo hay un nuevo mensaje: con Uribe no habrá negociación ni intercambio.
Habrá que prepararse entonces para ése escenario.
Apostilla: El valor de la marcha del 4-F residió en su espontaneidad. La marcha del 6 de marzo suena a compensación política, y quizás a desagravio. Y no es que no haya que denunciar los crímenes de los paramilitares.
Arequipa, 14 de febrero de 2008.
Una vez más, las FARC rechazaron una propuesta gubernamental en vistas al acuerdo humanitario, ésta vez la de la mediación de España y la Iglesia Católica. Dicen que han tomado partido por el presidente Uribe y por eso se han descalificado a sí mismas. La negativa no sorprende, pues se suma a una larga lista mediante la cual la guerrilla se la juega por un pulso político con el Gobierno como correlato de su repliegue militar. Por ello, quedamos en las mismas, o quizás, como siempre hemos estado desde 2002, año en que el Estado volvió a tomar la ofensiva militar por cuenta de la política de seguridad democrática.
Pero precisamente como volvimos a lo de siempre, se imponen varios análisis.
En primer lugar, es evidente que el comunicado trasluce la amargura del rechazo a la propuesta del presidente Chávez de sacar a la guerrilla de las listas internacionales de grupos terroristas. Tal iniciativa fue rechazada en forma casi unánime por los diferentes Estados y cuando menos, el silencio de algunos gobiernos latinoamericanos puso en evidencia que al coronel venezolano no lo iban a secundar ésta vez. Éste fue el caso de Argentina, Brasil y Ecuador.
En éste contexto, las negativas de las FARC hay que entenderlas más como ofensivas mediáticas y políticas que como reacciones a las propuestas gubernamentales. No es casual que en el comunicado difundido por Anncol, Raúl Reyes dirija sus críticas a los medios de comunicación “al servicio de los yanquis y las oligarquías”, y entre ellos mencione a El País de Madrid. A mi juicio, la alusión a un periódico de izquierda socialdemócrata se da porque hace dos meses se difundía un reportaje en el que el periodista John Carlin, basándose en el testimonio de varios desertores, denunciaba la complicidad de las autoridades de la Guardia Civil venezolana con las FARC, así como las inconsistencias de la lucha revolucionaria. Para infortunio de la guerrilla, no solo el reportaje aparecido un domingo en las páginas del que es quizás el diario en castellano más leído del mundo le dio la vuelta al mundo, sino que ha sido traducido y publicado hace pocas semanas por el periódico The Guardian de Londres. Dado que el trabajo propagandístico de las FARC es muy activo en Europa, tales publicaciones, unidas a la exitosa gira del presidente Uribe por el Viejo Continente en la última semana de enero los ha hecho ceder el terreno político que la liberación de las secuestradas y las declaraciones de Chávez les había dado.
Para mí, es claro que la guerrilla no va ceder un ápice a sus propuestas de liberación de los secuestrados. Éstas se harán únicamente en sus términos como ya ocurrió. Por eso, a su modo, siguen presionando para que Chávez vuelva a intervenir como mediador. Pero en el fondo, desde ya le están apostando a que Álvaro Uribe no sea reelegido nuevamente, o, en todo caso, que el presidente en 2010 no sea uno de los continuadores de las políticas gubernamentales de mano dura como Germán Vargas Lleras o Juan Manuel Santos. Por ello, la apuesta de las FARC sigue siendo política, y quizás detrás de éste nuevo portazo hay un nuevo mensaje: con Uribe no habrá negociación ni intercambio.
Habrá que prepararse entonces para ése escenario.
Apostilla: El valor de la marcha del 4-F residió en su espontaneidad. La marcha del 6 de marzo suena a compensación política, y quizás a desagravio. Y no es que no haya que denunciar los crímenes de los paramilitares.
Arequipa, 14 de febrero de 2008.
Comentarios