Medio lleno y medio vacío
Los discursos del Presidente Santos y de Timochenko anunciando el inicio de un nuevo proceso de negociación nos ponen ante el clásico dilema de si el vaso está medio lleno o medio vacío.
El vaso está medio lleno si se tiene en cuenta que al Presidente se le notó firme, cauto y decidido cuando se refirió a no cometer los errores del pasado, cuando aclaró que si no hay avances se suspenderían las negociaciones, porque precisó que éstas no durarán años sino meses, y advirtió públicamente que la Fuerza Pública no bajará la guardia durante este tiempo. También si las Farc cumplen aquello de que no se pararán de la mesa sin llegar al final del conflicto y si nos atenemos a la seriedad que, según el Presidente, habrían mostrado en la fase exploratoria.
Pero el vaso se ve medio vacío si se tiene en cuenta que una vez más la guerrilla reitera su discurso anacrónico de victimización del Estado -lo cual pone en entredicho la ausencia de odios de la que han hablado- y sin ninguna autocrítica. También si se considera que negociar sin un cese al fuego, al menos temporal, acrecienta las fundadas dudas sobre la real voluntad de paz de la guerrilla. El vaso sigue medio vacío si consideramos que el Presidente re refirió a lo que ha hecho -ley de restitución de tierras, ley de reparación de víctimas- y hará el Gobierno para cumplir uno a uno los cinco puntos de la agenda, pero la guerrilla no descendió de la retórica revolucionaria y aún no está claro cuál es su cuota inicial.
Pero sobre todo, el vaso luce medio vacío pues sobre algunos asuntos cruciales aún no han dicho nada ni el Gobierno ni las Farc: la justicia para los cabecillas guerrilleros, el fin del secuestro, del reclutamiento de niños, de los actos terroristas, entre otros.
Finalmente, el optimismo que se ha despertado entre políticos, periodistas y buena parte de la ciudadanía tendrá su prueba ácida con aquello que, al mejor estilo periodístico el Presidente Santos anunció: que ante los posibles ataques de las Farc -confirmación de que estamos lejos de una tregua-, la población debe tener templanza, paciencia y fortaleza. Es decir, por ahora, los ciudadanos seguirán padeciendo el conflicto, y ante el nuevo proceso de negociación ya no sólo se les pedirá un acto de fe y confianza, si no incluso de resignación y sacrificio de más vidas.
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