Sobre el Estado laico. Carta a El Espectador
Señor Director,
A propósito de la columna del profesor Tulio Elí Chinchilla publicada el viernes 9, titulada “Iglesias repletas”, por fin un columnista de El Espectador se atreve a plantear la cuestión del carácter laico del Estado colombiano en clave armónica (y no opuesta) con las creencias religiosas, saliéndose con ello –y al costo de la reiteración beligerante de los habituales prejuicios– de la larga fila de quienes sólo entienden dicho modelo desde categorías laicistas y excluyentes.
Las preguntas que plantea el columnista son de la mayor importancia para el debate público colombiano: “¿por qué no valorar esta exacerbación de lo sacro y trascendente del ser humano como una forma de riqueza espiritual y cultural? ¿No podrá ser saludada esta renovada religiosidad como un ingrediente valioso en la construcción de convivencia armónica y cooperación solidaria?”.
Una sociedad carente de cualquier referencia religiosa, ya sea cultural o consuetudinaria, es un objetivo de ciertas élites intelectuales y políticas. Pero dista mucho de la realidad.
Cordialmente,
Iván Garzón Vallejo
Profesor
Universidad de La Sabana
Publicado en:
http://www.elespectador.com/columna197828-estado-laico-clave-armonica
Bogotá, 9 de abril de 2010.
A propósito de la columna del profesor Tulio Elí Chinchilla publicada el viernes 9, titulada “Iglesias repletas”, por fin un columnista de El Espectador se atreve a plantear la cuestión del carácter laico del Estado colombiano en clave armónica (y no opuesta) con las creencias religiosas, saliéndose con ello –y al costo de la reiteración beligerante de los habituales prejuicios– de la larga fila de quienes sólo entienden dicho modelo desde categorías laicistas y excluyentes.
Las preguntas que plantea el columnista son de la mayor importancia para el debate público colombiano: “¿por qué no valorar esta exacerbación de lo sacro y trascendente del ser humano como una forma de riqueza espiritual y cultural? ¿No podrá ser saludada esta renovada religiosidad como un ingrediente valioso en la construcción de convivencia armónica y cooperación solidaria?”.
Una sociedad carente de cualquier referencia religiosa, ya sea cultural o consuetudinaria, es un objetivo de ciertas élites intelectuales y políticas. Pero dista mucho de la realidad.
Cordialmente,
Iván Garzón Vallejo
Profesor
Universidad de La Sabana
Publicado en:
http://www.elespectador.com/columna197828-estado-laico-clave-armonica
Bogotá, 9 de abril de 2010.
Comentarios
Pero además porque la laicidad del Estado no se da en el vacío, no es un elemento meramente formal: supone una vinculación con un ethos social, con unas costumbres, unas tradiciones que, en el caso colombiano, son mayoritariamente católicas. Como se vio en Semana Santa.
En cuanto a libro de Habermas que me recomienda, no lo conozco, pero si tengo una idea sobre el debate entorno a la laicidad y lo que ud llama ascepcia institucional. Eso me parece un tema en sí mismo muy interesante, pero no veo que tenga que ver con la práctica religiosa de los ciudadanos. A menos que los ciudadanos requieran la presencia de su religión en edificios, legislación y pronunciamientos que haga el estado para poder prácticar ¿Todos esos fieles que abarrotan las iglesias en Semana Santa lo hacen por que el Estado privilegia su religión o simplemente porque están manifestando sus creencias religiosas de manera particular y libre? Dígame ud.
Las distintas religiones han estado ligadas al poder político en diversos momentos de la historia. De hecho, se asombraría Usted al saber que Estados modernos como Inglaterra, Dinamarca, Suecia, Grecia y Finlandia son confesionales.
Pero la religión, y específicamente el cristianismo, no requiere del refrendo institucional para ser visible públicamente. Tampoco requiere que se imponga la fe, pues esto va en contra su propia naturaleza.
La religión requiere, eso sí, un contexto de libertad para expresarse. Y el laicismo comporta precisamente un contexto hostil y beligerante con los creyentes.
No me asombra en lo màs minimo saber que los estados que ud menciona son confecionales. De hecho, me parece curioso que los mencione, porque parecen tener una relación inversamente proporcional con respecto a la participación ciudadana en actos religiosos: sus iglesias están vacías y muchos de esos países cuentan con elevadas cifras de ateísmo, agnosticismo o creyentes no practicantes.
Otros países con una separación entre iglesia y Estado más tajante, como Estados Unidos, tienen en cambio una vida religiosa mucho más activa entre sus ciudadanos.