Diplomacia de Opinión y la Cumbre de Unasur
A propósito de la columna de Carlos Alfonso Velásquez, “Temas pendientes de Bariloche” publicada hoy en El Nuevo Siglo, en la que se critica la “Diplomacia de Opinión”, comparto la carta que le remití al Director del diario, con el propósito de continuar la discusión.
Señor Director,
En su artículo “Temas pendientes de Bariloche”, el leído columnista Carlos Alfonso Velásquez hace una alusión al término “Diplomacia de Opinión”, que propuse como clave de lectura de la Cumbre de Unasur, en mi columna del periódico El Mundo (3/9/2009). Por ello, quisiera controvertir brevemente dos puntos a los que allí se alude.
1. Velásquez se pregunta: “¿Al hablar más para los televidentes que para los otros presidentes se avanza en la solución de los problemas? ¿Hablar para la audiencia televisiva requiere argumentos que inviten a la reflexión o a la emoción?”.
Uribe no fue a Bariloche a convencer a ningún mandatario. No lo pudo hacer en privado, menos lo iba a lograr en público. Tengo la impresión de que el gran logro diplomático del Gobierno fue situar la Cumbre ante el escenario de la opinión pública internacional. De allí el término “Diplomacia de Opinión”.
Pasa por alto el columnista que Unasur es un foro, no una rueda de negocios ni una reunión bilateral, en las que sí se suelen acordar cosas. En los foros internacionales se delibera y se emiten declaraciones pues precisamente son sobre todo eso: foros públicos. La novedad de la reunión de Santo Domingo y de Bariloche es su poderoso efecto mediático dirigido principalmente a los ciudadanos del continente. Por otro lado, más emocionales y primarios me parecen los argumentos que apelan al antiimperialismo yankee ¡a dos décadas del fin de la Guerra Fría!
2. Velásquez plantea que “no se ha debatido si […] “Diplomacia de Opinión” desvirtúa la esencia de la Diplomacia”. En una sociedad abierta y de la información como la contemporánea, los temas de mayor interés público se ventilan públicamente por la misma presión de los medios y de la sociedad civil. La Diplomacia de Opinión no sustituye los canales diplomáticos tradicionales, que siguen existiendo, simplemente, constituye una herramienta de presión y de deliberación enmarcada en el poder blando al que puede recurrir cualquier gobierno. Si hoy no fuera tan relevante el efecto público de la diplomacia, ¿por qué (como vimos el viernes pasado) ciudadanos de 19 países marcharían contra un presidente que no es el suyo?
Atentamente,
Iván Garzón Vallejo
Profesor de Derecho
Universidad de La Sabana
Bogotá, 7 de septiembre de 2009.
Señor Director,
En su artículo “Temas pendientes de Bariloche”, el leído columnista Carlos Alfonso Velásquez hace una alusión al término “Diplomacia de Opinión”, que propuse como clave de lectura de la Cumbre de Unasur, en mi columna del periódico El Mundo (3/9/2009). Por ello, quisiera controvertir brevemente dos puntos a los que allí se alude.
1. Velásquez se pregunta: “¿Al hablar más para los televidentes que para los otros presidentes se avanza en la solución de los problemas? ¿Hablar para la audiencia televisiva requiere argumentos que inviten a la reflexión o a la emoción?”.
Uribe no fue a Bariloche a convencer a ningún mandatario. No lo pudo hacer en privado, menos lo iba a lograr en público. Tengo la impresión de que el gran logro diplomático del Gobierno fue situar la Cumbre ante el escenario de la opinión pública internacional. De allí el término “Diplomacia de Opinión”.
Pasa por alto el columnista que Unasur es un foro, no una rueda de negocios ni una reunión bilateral, en las que sí se suelen acordar cosas. En los foros internacionales se delibera y se emiten declaraciones pues precisamente son sobre todo eso: foros públicos. La novedad de la reunión de Santo Domingo y de Bariloche es su poderoso efecto mediático dirigido principalmente a los ciudadanos del continente. Por otro lado, más emocionales y primarios me parecen los argumentos que apelan al antiimperialismo yankee ¡a dos décadas del fin de la Guerra Fría!
2. Velásquez plantea que “no se ha debatido si […] “Diplomacia de Opinión” desvirtúa la esencia de la Diplomacia”. En una sociedad abierta y de la información como la contemporánea, los temas de mayor interés público se ventilan públicamente por la misma presión de los medios y de la sociedad civil. La Diplomacia de Opinión no sustituye los canales diplomáticos tradicionales, que siguen existiendo, simplemente, constituye una herramienta de presión y de deliberación enmarcada en el poder blando al que puede recurrir cualquier gobierno. Si hoy no fuera tan relevante el efecto público de la diplomacia, ¿por qué (como vimos el viernes pasado) ciudadanos de 19 países marcharían contra un presidente que no es el suyo?
Atentamente,
Iván Garzón Vallejo
Profesor de Derecho
Universidad de La Sabana
Bogotá, 7 de septiembre de 2009.
Comentarios
Lo que es cierto es que, Uribe en cada una de sus apariciones en UNASUR ha dado el primer paso para acabar el problema: concientizar a la opinión pública internacional, que al fin de cuentas es la que desposita sus votos en las urnas, de la grave situación que afronta Colombia con la guerrilla y el narcotráfico y peor aún de las graves interferencas de otros mandatarios en nuestros asuntos internos. Uribe sabe que intentar hacer lo mismo con los demás presidentes y menos con todos reunidos, es una tarea de antemano condenada al fracaso. Por eso le apostó a la cmunidad internacional y eso fue un paso acertado.
Respecto de lo segundo, esto es, el supuesto daño que la diplomacia de opinion puede causar en la esencia de la diplomacia...mi contrapregunta es ¿Qué más diplomático que ver al pueblo construyendo una opinión propia
respecto de asuntos que le afectan directamente????....creo que ello no afecta la esencia de la diplomacia tradicional, por el contrario, la enriquece y la legitima.