Legitimidad en juego
Hasta ahora, se puede vaticinar que el Presidente Álvaro Uribe pasará a la historia principalmente por su exitosa política de seguridad democrática. Contundentes cifras, una convincente retórica, así como una constante y alta popularidad así lo comprueban. Un país atemorizado, una guerrilla envalentonada y un ejército a la defensiva, son algunos de los hechos que cada vez parecen más lejanos, y que caracterizaban a Colombia antes del año 2002. Sin embargo, las irregularidades y los abusos de un poder mayoritario ante la búsqueda de un tercer mandato del presidente podrían opacar dicha imagen, y paradójicamente, hacer que este Gobierno termine siendo recordado por maniobras desinstitucionalizadoras, corruptas e históricamente irresponsables. Todo, con tal de quedarse en el poder, se diría.
Por ello, independientemente de la suerte final del referendo reeleccionista, el uribismo debería aplicar el sabio adagio sobre la mujer del César: no sólo debe ser, sino parecer. Luego de que el referendo fuera aprobado en el Congreso con tantos cuestionamientos, los miembros de la coalición y del Gobierno deben tener en cuenta que, en el proceso para darle vía libre a que el pueblo decida en las urnas si quiere o no un tercer período presidencial, está en juego la legitimidad de la administración Uribe. Por consiguiente, no deberían recurrir a la manida sentencia maquiavélica de que el fin justifica los medios, menos aún de cara a un delicado proceso en el que se alteraría nuevamente el esquema de pesos y contrapesos de la Constitución del 91. Es indudable que el Gobierno sigue teniendo el poder. No debería perder la autoridad.
Por lo tanto, son absolutamente inconvenientes e infortunadas propuestas como un Tribunal Especial que juzgue a altos funcionarios del Estado (incluidos los congresistas); la modificación del censo electoral en un momento en que la propia continuidad del Gobierno se beneficiaría de dicha medida; la reducción del plazo para el estudio de la Corte Constitucional de esta reforma; no otorgar las suficientes garantías a la oposición en una eventual campaña en la que el presidente sea candidato de nuevo. Pero incluso, si la tesis del ex gobernador Aníbal Gaviria expuesta en El Tiempo (“Uribe no participará”, 12/9/2009), según la cual, de acuerdo con los plazos legales y usuales, el referendo sería votado recién en mayo, mes de la elección presidencial, se vislumbra un escenario de incertidumbre política por cuenta del fantasma de un tercer período de Álvaro Uribe. De ser ciertos los cálculos del precandidato, hay que temer razonablemente que la tesis del Estado de Opinión pretenda legitimar un cambio en el calendario electoral. Eso sería ilegítimo y arbitrario, pero además, podría traer consecuencias irreparables. Así las cosas, ojalá impere la sindéresis en los congresistas y miembros de la coalición para que no sigan tendiendo mantos de duda sobre una reforma trascendental para la democracia.
La legitimidad también está en juego para otros actores en este proceso. A la Corte Constitucional le corresponde demostrar independencia política y sólido criterio jurídico en su decisión. No tengo duda de que, en un país con un fuerte presidencialismo, acentuado por la primera reelección, el fallo sobre la posibilidad de una segunda reelección debe ser la inexequibilidad, como quiera que tal reforma rompería el equilibrio institucional de la Carta al fortalecer en forma preponderante al Ejecutivo. La alternancia es esencial a la democracia moderna. Finalmente, la oposición debe evitar contribuir a la polarización. Hacer propuestas constructivas, evitar el maniqueísmo bajo la versión uribistas-antiuribistas, darse la pela de derrotar el referendo en las urnas (y no invocando la abstención), pero sobre todo, evitar judicializar o criminalizar el debate político.
Temo que si los diferentes actores de esta coyuntura no salvaguardan ante todo la legitimidad de sus acciones, en cuestión de meses el país puede retroceder décadas.
Apostilla 1: La acertada decisión de la Corte Suprema de prohibirles a los congresistas renunciar al fuero no puede tener efectos retroactivos. Sonaría a cacería de brujas.
Apostilla 2: La inyección de US$30 millones a Colfuturo para créditos-beca de posgrado en el exterior constituye una apuesta en serio de los empresarios por el desarrollo del país. Ojalá se sigan multiplicando los fondos.
Publicado en El Mundo, Medellín, 17 de septiembre de 2009.
Bogotá, 15 de septiembe de 2009.
Por ello, independientemente de la suerte final del referendo reeleccionista, el uribismo debería aplicar el sabio adagio sobre la mujer del César: no sólo debe ser, sino parecer. Luego de que el referendo fuera aprobado en el Congreso con tantos cuestionamientos, los miembros de la coalición y del Gobierno deben tener en cuenta que, en el proceso para darle vía libre a que el pueblo decida en las urnas si quiere o no un tercer período presidencial, está en juego la legitimidad de la administración Uribe. Por consiguiente, no deberían recurrir a la manida sentencia maquiavélica de que el fin justifica los medios, menos aún de cara a un delicado proceso en el que se alteraría nuevamente el esquema de pesos y contrapesos de la Constitución del 91. Es indudable que el Gobierno sigue teniendo el poder. No debería perder la autoridad.
Por lo tanto, son absolutamente inconvenientes e infortunadas propuestas como un Tribunal Especial que juzgue a altos funcionarios del Estado (incluidos los congresistas); la modificación del censo electoral en un momento en que la propia continuidad del Gobierno se beneficiaría de dicha medida; la reducción del plazo para el estudio de la Corte Constitucional de esta reforma; no otorgar las suficientes garantías a la oposición en una eventual campaña en la que el presidente sea candidato de nuevo. Pero incluso, si la tesis del ex gobernador Aníbal Gaviria expuesta en El Tiempo (“Uribe no participará”, 12/9/2009), según la cual, de acuerdo con los plazos legales y usuales, el referendo sería votado recién en mayo, mes de la elección presidencial, se vislumbra un escenario de incertidumbre política por cuenta del fantasma de un tercer período de Álvaro Uribe. De ser ciertos los cálculos del precandidato, hay que temer razonablemente que la tesis del Estado de Opinión pretenda legitimar un cambio en el calendario electoral. Eso sería ilegítimo y arbitrario, pero además, podría traer consecuencias irreparables. Así las cosas, ojalá impere la sindéresis en los congresistas y miembros de la coalición para que no sigan tendiendo mantos de duda sobre una reforma trascendental para la democracia.
La legitimidad también está en juego para otros actores en este proceso. A la Corte Constitucional le corresponde demostrar independencia política y sólido criterio jurídico en su decisión. No tengo duda de que, en un país con un fuerte presidencialismo, acentuado por la primera reelección, el fallo sobre la posibilidad de una segunda reelección debe ser la inexequibilidad, como quiera que tal reforma rompería el equilibrio institucional de la Carta al fortalecer en forma preponderante al Ejecutivo. La alternancia es esencial a la democracia moderna. Finalmente, la oposición debe evitar contribuir a la polarización. Hacer propuestas constructivas, evitar el maniqueísmo bajo la versión uribistas-antiuribistas, darse la pela de derrotar el referendo en las urnas (y no invocando la abstención), pero sobre todo, evitar judicializar o criminalizar el debate político.
Temo que si los diferentes actores de esta coyuntura no salvaguardan ante todo la legitimidad de sus acciones, en cuestión de meses el país puede retroceder décadas.
Apostilla 1: La acertada decisión de la Corte Suprema de prohibirles a los congresistas renunciar al fuero no puede tener efectos retroactivos. Sonaría a cacería de brujas.
Apostilla 2: La inyección de US$30 millones a Colfuturo para créditos-beca de posgrado en el exterior constituye una apuesta en serio de los empresarios por el desarrollo del país. Ojalá se sigan multiplicando los fondos.
Publicado en El Mundo, Medellín, 17 de septiembre de 2009.
Bogotá, 15 de septiembe de 2009.
Comentarios
La "Apostilla 2", junto con los cambios que está viviendo Colciencias, es una de las mejores noticias que se han producido en Colombia en materia de educación en los últimos años. Colciencias y Colfuturo, cada una en lo suyo, son un ejemplo de que desde lo público y lo privado, se puede reconocer el impacto que tiene la educación de calidad en el progreso del país.
ESPERO QUE LAS PERSONAS Y SOBRE TODO LOS JURISTAS NO PERMITAMOS QUE NUESTRA LEGISLACION SE QUEBRANTE POR QUE EN VEZ DE CREER EN UN ESTADO DE DERECHO PASEMOS A TENER UN ESTADO DE OPINION.
ADRIANA BONILLA
Además de ello ya no tendría sentido hablar de los pesos y contrapesos pues el poder ejecutivo tendría una ventaja sin igual sobre los demas poderes ademas de controlarlos conforme sus intereses.
Si en verdad la Corte Constitucional declara la constitucionalidad del referendo, Yo me pregunto. Que sentido tienen las instituciones que aprendemos en clase, si otros las manejan a su arbitrio y a sus intereses?.
Att. Juan Pablo Prieto N.
No es que sea del todo malo que un presidente perdure en el poder mucho tiempo, lo malo es como lo hace, pasando por encima de las personas,de los valores, y sobretodo cambiando la Constitucion a su antojo a su conveniencia.
Creo que los partidos politicos no tienen claridad de lo que implica apoyar o no la reelaccion. Dejan de lado los valores para obtener algo que finalmente no va a durar nada, la verdad tarde o temprano siempre se sabe.
La reeleccion es mas una necesidad del presidente para no poder ser juzgado por sus actos y seguir haciendo de las suyas sin pensar en las necesidades del pueblo, encubriendose en la politica de la seguridad democratica que a la final no ha traido cosas buenas al pais.
No es que sea del todo malo que un presidente perdure en el poder mucho tiempo, lo malo es como lo hace, pasando por encima de las personas,de los valores, y sobretodo cambiando la Constitucion a su antojo a su conveniencia.
Creo que los partidos politicos no tienen claridad de lo que implica apoyar o no la reelaccion. Dejan de lado los valores para obtener algo que finalmente no va a durar nada, la verdad tarde o temprano siempre se sabe.
La reeleccion es mas una necesidad del presidente para no poder ser juzgado por sus actos y seguir haciendo de las suyas sin pensar en las necesidades del pueblo, encubriendose en la politica de la seguridad democratica que a la final no ha traido cosas buenas al pais.
El referendo constitucional puede llegar a presentar efectos negativos tales como el autoritarismo pero a su vez se va a observar un exceso de poder del mandatario.
Por otra parte, advierto con verdadera preocupación que vivimos un proceso de sustitución de la solidez institucional que nos había caracterizado, por el culto a una personalidad carismática que, en no poco se parece a la de ciertos vecinos del continente.
El uribismo mismo se ha pervertido ideológicamente. La seguridad democrática (con la que no estoy de acuerdo), la recuperación de la confianza interna y de la imagen exterior, y todos los demás estandartes ideológicos del uribismo han pasado a un plano muy secundario frente a un nuevo fin SUPREMO: perpetuar a una persona en el poder.
Hacen falta propuestas, y liderazgos alternativos, que, por ahora, no se ven...
Yo personalmente estuve de acuerdo con la primera reelección, y me parece que no afectó sustancialmente la Constitución. Lo que pasa es que, esta segunda sí deja la incertidumbre de cuántas veces más se va a prorrogar el mandato del Presidente. Como escribí en un post anterior, el mejor argumento contra la segunda reelección me parece la conveniencia de la alternancia en el poder en un régimen democrático.