¿Las Farc ya no son la amenaza?
Leídos columnistas como Alejandro Gaviria y Claudia López han escrito recientemente que las Farc ya no son el mayor problema de seguridad del país. “El derrumbe de las Farc es evidente para la razón. Pero el corazón sigue creyendo que la amenaza es tan grande como siempre” argumentaba Gaviria en El Espectador (“La inercia del corazón”) para destacar que las organizaciones emergentes constituyen la principal amenaza para la seguridad del país. “No hay razón para que las Farc sigan siendo el eje central del debate electoral en Colombia. Estas ya no son el actor o problema más relevante del país, ni siquiera en materia de seguridad” sentenciaba López en El Tiempo (“El ‘coco’ de las Farc es más electoral que real”) y por ello “están lejos de ser el principal desafío estratégico de Colombia”.
Cuando los medios de comunicación no vienen informando día a día de masacres y tomas guerrilleras como otrora, sino de asesinatos selectivos en las ciudades, que según las autoridades policiales obedecen a venganzas y luchas de los grupos emergentes o Bacrim por territorios en disputa, la discusión pública de la cuestión de la seguridad es de la mayor trascendencia. La violencia de hoy ha ido cambiando de signo, pero ¿de allí se concluye que las Farc ya no son la principal amenaza para la seguridad de los colombianos? Aportaré aquí tres argumentos que pretenden discutir la tesis sostenida por los intelectuales citados.
Primero, aunque quepan en el paraguas de la seguridad, desde el punto de vista del Estado no es equiparable el problema de la delincuencia común y el narcotráfico con la guerrilla. Invoco una justificación filosófico-política: aunque las organizaciones mafiosas o delincuenciales representan un serio y creciente problema de seguridad, no pretenden disputarle la soberanía al Estado. No tienen ni necesitan un proyecto político alternativo. Como ha destacado Jorge Giraldo, a estos los mueve un animus furandi o la codicia, mientras tanto, el partisano (o guerrillero entre nosotros), tiene animus belli. Es propiamente un enemigo del Estado, pues genera un orden jurídico-político paralelo y sustitutivo en el que pretende legitimarse. Estas consideraciones teórico-políticas no dejarían de ser meras disquisiciones académicas si ‘Alfonso Cano’ no acabara de notificarnos públicamente en la entrevista a Cambio que “la brega por el reconocimiento como organización político-militar, con una propuesta de Estado sostenida en una visión revolucionaria de la sociedad continúa siendo vital para el desarrollo de nuestro proyecto”.
Segundo, no sacar de la agenda nacional el combate contra las Farc supone un desafío histórico: el de empezar a vislumbrar la luz al final del túnel después de medio siglo de conflicto armado. Es decir, el debilitamiento irreversible del principal enemigo del Estado no puede llevarnos a sugerir que se disminuya la ofensiva. Al contrario. Los hechos de los últimos años evidencian que el Estado debe profundizar su combate contra las Farc para acercar el momento de una mesa de negociación, algo que aún con el contexto actual parece estar muy lejos. En este sentido, a pesar de los abusos semánticos y los argumentos quizás simplistas que esgrimen, tienen razón quienes temen por una nueva “caguanización” de la política gubernamental. No hay que olvidar que una de las razones del fracaso de dicho proceso fue la ingenuidad de pensar que las Farc querían y necesitaban negociar en ese momento. Hoy, una nueva forma de ingenuidad podría representar el oxígeno militar que la guerrilla necesita.
Finalmente, el tema de las Farc ha estado y estará politizado. Pero desde la sociedad civil lo que hay que criticar es el oportunismo, el triunfalismo o la ingenuidad en el tratamiento del tema por parte de los líderes políticos. No que hagan de éste objeto del debate político. Eso es legítimo, y en esta hora de nuestra historia, absolutamente pertinente y necesario.
Si las Farc estuvieran sentadas en una mesa de negociación y desmovilizándose, los argumentos de Gaviria y López serían incuestionables. Pero ese no es el caso.
Apostilla: Educación pública ideológica, expropiación de campos de golf y más medios censurados son los recientes pasos hacia la “cubanización” de Venezuela. Y la ONU, la OEA, y Unasur, en silencio.
Publicado en El Mundo, Medellín, 20 de agosto de 2009.
Bogotá, 18 de agosto de 2009.
Cuando los medios de comunicación no vienen informando día a día de masacres y tomas guerrilleras como otrora, sino de asesinatos selectivos en las ciudades, que según las autoridades policiales obedecen a venganzas y luchas de los grupos emergentes o Bacrim por territorios en disputa, la discusión pública de la cuestión de la seguridad es de la mayor trascendencia. La violencia de hoy ha ido cambiando de signo, pero ¿de allí se concluye que las Farc ya no son la principal amenaza para la seguridad de los colombianos? Aportaré aquí tres argumentos que pretenden discutir la tesis sostenida por los intelectuales citados.
Primero, aunque quepan en el paraguas de la seguridad, desde el punto de vista del Estado no es equiparable el problema de la delincuencia común y el narcotráfico con la guerrilla. Invoco una justificación filosófico-política: aunque las organizaciones mafiosas o delincuenciales representan un serio y creciente problema de seguridad, no pretenden disputarle la soberanía al Estado. No tienen ni necesitan un proyecto político alternativo. Como ha destacado Jorge Giraldo, a estos los mueve un animus furandi o la codicia, mientras tanto, el partisano (o guerrillero entre nosotros), tiene animus belli. Es propiamente un enemigo del Estado, pues genera un orden jurídico-político paralelo y sustitutivo en el que pretende legitimarse. Estas consideraciones teórico-políticas no dejarían de ser meras disquisiciones académicas si ‘Alfonso Cano’ no acabara de notificarnos públicamente en la entrevista a Cambio que “la brega por el reconocimiento como organización político-militar, con una propuesta de Estado sostenida en una visión revolucionaria de la sociedad continúa siendo vital para el desarrollo de nuestro proyecto”.
Segundo, no sacar de la agenda nacional el combate contra las Farc supone un desafío histórico: el de empezar a vislumbrar la luz al final del túnel después de medio siglo de conflicto armado. Es decir, el debilitamiento irreversible del principal enemigo del Estado no puede llevarnos a sugerir que se disminuya la ofensiva. Al contrario. Los hechos de los últimos años evidencian que el Estado debe profundizar su combate contra las Farc para acercar el momento de una mesa de negociación, algo que aún con el contexto actual parece estar muy lejos. En este sentido, a pesar de los abusos semánticos y los argumentos quizás simplistas que esgrimen, tienen razón quienes temen por una nueva “caguanización” de la política gubernamental. No hay que olvidar que una de las razones del fracaso de dicho proceso fue la ingenuidad de pensar que las Farc querían y necesitaban negociar en ese momento. Hoy, una nueva forma de ingenuidad podría representar el oxígeno militar que la guerrilla necesita.
Finalmente, el tema de las Farc ha estado y estará politizado. Pero desde la sociedad civil lo que hay que criticar es el oportunismo, el triunfalismo o la ingenuidad en el tratamiento del tema por parte de los líderes políticos. No que hagan de éste objeto del debate político. Eso es legítimo, y en esta hora de nuestra historia, absolutamente pertinente y necesario.
Si las Farc estuvieran sentadas en una mesa de negociación y desmovilizándose, los argumentos de Gaviria y López serían incuestionables. Pero ese no es el caso.
Apostilla: Educación pública ideológica, expropiación de campos de golf y más medios censurados son los recientes pasos hacia la “cubanización” de Venezuela. Y la ONU, la OEA, y Unasur, en silencio.
Publicado en El Mundo, Medellín, 20 de agosto de 2009.
Bogotá, 18 de agosto de 2009.
Comentarios
Puede que en Colombia, estén funcionando con fuerza, otras organizaciones criminales, pero las farc siguen representando gran peligro, porque para poder alcanzar sus objetivos políticos, atacan a la población civil, para generar presión al estado y para crear caos y miedo en la sociedad.
No estoy seguro si por el peligro que representan las farc, o por la conveniencia que esto puede llegar a generar en el discurso de un político, sigue siendo un tema central en los debates políticos, pero hasta que este grupo al margen de la ley no esté dispuesto a negociar, la lucha contra ellos debe ser prioridad en las políticas de cualquier mandatario.
Darle un respiro a las FARC, o peor aún menospreciar la amenaza que todavía representan para la estabilidad del Estado, sería arriesgarse a perder los avances conseguidos, así como las cuantiosas inversiones hechas por el gobierno, riesgo que teniendo en cuanta la crisis económica actual Colombia no puede asumir.
Me preocupa el hecho de que el Gobierno Nacional ha ocupado todos sus esfuerzos en la lucha contra estos grupos al margen de la ley, pero ha descuidado otros hechos descubiertos como lo es el trafico de drogas, pues el consumo interno de drogas y la delincuencia común se han incrementado notablemente en nuestro país en los últimos años y en verdad me preocupa que ésto sea un fenomeno que cuando lo miremos ya sea demasiado grande y nos de dolores de cabeza como la actual guerra con grupos como las Farc
http://podcasting.grupolatinoderadio.com/pocasting/CO/WRadio/notas/864451.mp3
Si bien es cierto, el debilitamiento militar de las FARC es una realidad, no se puede dejar de lado que su principal aspiraciòn polìtica, es derrocar el règimen constitucional e imponer su propio règimen. Debe ser esta la principal preocupaciòn, pues aùn cuando militarmente estàn debilitados,mas no derrotados, esta aspiraciòn polìtica constituye una amenaza que ha permanecido latente durante siglos. Personalmente considero que la aspiraciòn polìtica es el fin y la actividad militar es el medio y que, por tanto, aùn cuando el Estado disminuya la agresiòn militar de las FARC, el peligro màs grande està en el fin que ellos persiguen y es por ello que no se les puede comparar con la delincuencia comùn.
Ahora bien, ni para el uno que ha perdido su fuerza, ni para el otro que está creciendo es justificable decir, en algún momento, que deja de ser importante uno más que otro, los dos son una verdadera amenaza, y los dos están afectando la seguridad del país y la tranquilidad y paz de los Colombianos.
Es una necesidad y un deber, aprovechando que las FARK se encuentran disminuidas atacar con más fuerza, para por un lado acabar definitivamente con ellos y por otro evitar que pase lo mismo del Caguan y se fortalezcan nuevamente por haber bajando la guardia.
Y si las FARC son narcoterroristas ¿por qué ese susto que se nota en el ambiente cuando Alfonso Cano habla de su estrategia ideológica?
Me parece que en Colombia todas las opiniones cuenta, eso sería lo ideal; sin embargo percibo ese tonito entre capataz y autoritario en quienes siguen a Uribe.
Un saludo
Carlos Eduardo
Carlos Eduardo: me parece simplista el argumento de los que dicen "si las cosas van bien por qué prolongar el combate", básicamente porque pierde de vista la complejidad de este conflicto armado.
Coincido con su preocupación por la perpetuación en el poder del presidente. A mí no me gusta.
Y evidentemente, hay contradicciones en el discurso gubernamental frente a la guerrilla, la primera, desconocer el carácter político de las Farc, sobre eso he insistido en columnas de prensa y en un artículo de filosofía política en el número 8 de la Revista Co-herencia de la Universidad EAFIT.
Oscar Puerto.
Obviamente no estoy diciendo que estos grupos no representen amenazas sobre la población, pero,¿ que ahora los tilden como el mayor peligro antes que los crímenes que hace la guerrilla? no estoy de acuerdo con este argumento que nos dan , detengámonos a pensar que grupo asesina millones de ciudadanos anualmente , que grupo hace que las personas se desplacen de manera forzosa de un territorio a otro , que grupo en elecciones asesinan o amenaza a los candidatos , quien restringe la libertad y el derecho de movilidad de la sociedad, o quien hace que actos terroristas con bobas , masacres , reclutamiento de menores, trato inhumano y actos de violencia sexual ? la respuesta es muy fácil las farc. La fuerza armada revolucionaria de Colombia ,ellos son los que todos los días , en todo momento colisionan a la población ,vulnerando así el Derecho Internacional Humanitario , constituyendo el PRINCIPAL problema de orden publico con el que se enfrenta el país , si lugar a dudas uno de los mayores retos para la seguridad nacional.
Por otro lado pienso que la guerrilla así se este debilitando con algunas operativos del Estado contra ellos (operación jaque, baja de Raúl Reyes, y muerte Pedro Antonio Marín), la guerrilla sigue con su misma ideología y sus mismos pensamientos y creo que así seguirán por mucho tiempo mas.
“les quitaron algunos de sus principales hombres, pero no sus pensamientos”.
Las farc para mi, y sino me equivoco para la mayoría de colombianos y demás países son y seguirán siendo consideradas como grupos terroristas, esto significa que es enemigo del Estado. Aunque algunos digan que no deben ser categorizados de este modo.
Muchos gobiernos han tratado de combatirla de muchas maneras, hasta la llegada del gobierno Uribe que con su política de seguridad democrática logró dar un respiro a Colombia de esta amenaza.
Sin embargo, através de estos periodos presidenciales se ha logrado desmembrar y debilitar a las FARC, pero no se puede afirmar que la amenaza ha cesado. Con ciertos sucesos anteriores las FARC han demostrado que cuando se han mostrado vulnerables y dociles, es cuando mas peligrosos y hostiles son. Por esta razón considero que aunque en este momento este grupo insurgente esta disminuido muchas de sus fuentes de financiamiento estan activas y pueden reinventarse.
sentarse en una mesa de negociacion con ellos es casi imposible ya que ellos quieren poder politico pero solo ellos quieren eso porque el pais lo unico que quiere es que ya no exista mas violencia porque estamos cansados de llevar tanto tiempo en guerra.
las FARC siguen siendo una amenaza pero ellos no son los unicos porque tambien existen los paramilitares y los narcotraficantes contra todos ellos hay que luchar para porfin respirar un ambiente de paz.