Historia de las ideas contemporáneas. Una lectura del proceso de secularización.

Si se quiere tener una amplia perspectiva de la crisis de nuestro tiempo, es
imprescindible tener una comprensión de las ideas que más influyeron en el devenir de la época moderna. El libro de Mariano Fazio, Historia de las ideas contemporáneas. Una lectura del proceso de secularización, constituye un valioso aporte en ese sentido. Las semejanzas del libro con los textos de su género –en forma de manual– están en la erudición, extensión y el carácter sintético que debe tener una interpretación que pretenda ser holista. Sin embargo, a mi modo de ver, el mérito del libro está precisamente en lo que lo diferencia con otras obras de este tipo, y es precisamente hacer explícito el hilo conductor a partir del cual se interpreta la modernidad, esto es, el proceso de secularización, lo cual está sugerido desde el mismo subtítulo.

Y digo que se trata del mérito del libro porque si bien la secularización ha sido el hilo conductor de otros textos semejantes –como el de Carlos Valverde, Génesis, estructura y crisis de la modernidad–, Fazio trata de justificar mediante los diferentes momentos históricos analizados porqué ése debe ser el eje central de una lectura de la historia de las ideas en Occidente desde el siglo XVI hasta nuestros días. En este sentido, el autor ve en el proceso de la secularización dos aspectos o caras opuestas pero que han intervenido simultáneamente en el desarrollo cultural de nuestra civilización. Estos dos aspectos se pueden definir a partir de la categoría de la autonomía (o también del binomio autonomía–heteronomía) tan cara a la modernidad, pero que asume o bien, un carácter absoluto y desvinculado de toda referencia trascendente –como en el caso de Kant, el romanticismo, el marxismo, el cientismo y la posmodernidad–, o bien, una autonomía relativa que no rompe con lo trascendente, y por ello se armoniza mejor con las raíces históricas de Occidente toda vez que no plantea una ruptura radical con la tradición clásica y medieval. Como se verifica en las páginas del libro, dicha concepción no ha sido históricamente la preponderante pero se ha asomado en algunos momentos con fuerza. De hecho, en este sentido interpreta el autor los planteamientos de Vitoria y los teólogos-juristas de la Escuela de Salamanca, así como algunos pasajes del magisterio pontificio de los dos últimos siglos. Fazio denomina a este aspecto del proceso de la secularización como desclericalización. Aunque en el texto la caracterización queda clara, considero que las interpretaciones del término pueden ser equívocas, por lo cual tengo reservas de que esta sea la mejor denominación para describir dicho fenómeno. Sin embargo, soy conciente de que la complejidad de la cuestión hace difícil la definición de un término que lo exprese en forma fidedigna.

La categorización de la secularización desde esta doble perspectiva me parece muy sugerente, toda vez que evita catalogar la modernidad como un proceso unívoco y carente de matices y complejidades, lo cual lleva entre otras cosas a impugnar fácilmente más de cinco siglos de historia, o a rechazarla en bloque, negándose a reconocer los aspectos positivos que ha tenido. Pero además, otro mérito de la conceptualización de Mariano Fazio reside en su carácter antropológico, puesto que al situar como eje la forma como se concibió al ser humano desde el problema de la autonomía, se establece que en ésta problemática reside el núcleo de los diferentes fenómenos filosóficos, políticos, jurídicos y culturales de esta época. En este sentido, la perspectiva de Fazio Fernández aporta elementos para el debate sobre la propia categoría de la secularización que algunos consideran como inconveniente para describir lo acontecido en los últimos siglos, y por ello prefieren hablar de desencantamiento, politización o descristianización.

Creo encontrar en el breve capítulo XII –Iglesia, Antiguo Régimen y Revolución. De Pío VII al Beato Pío IX– la clave de lectura del texto, dado que allí se explicita el modo teórico básico de lo que el autor llama una “Modernidad cristiana”, la cual habría sido delineada en el Concilio Vaticano II, especialmente en la Gaudium et Spes. En esta segunda forma de concebir el proceso moderno secularizador está la clave para comprender la primera forma, es decir, la que entiende la secularización como autonomía absoluta del ser humano frente a Dios, puesto que al ser la dominante, está documentada en la mayoría de autores y corrientes analizados. En otras palabras, al comprender la mejor faceta de la secularización se pueden entender por contraste los puntos en los que la secularización radical se presenta como reductiva, y en algunos aspectos, antihumana.

Otro aspecto valioso del libro es la amplitud de miras que manifiesta al incorporar en varios pasajes el estudio de corrientes políticas, que a mi modo de ver han jalonado el proceso secularizador moderno, y no se pueden asumir como meras consecuencias de las tesis filosóficas más influyentes. Este análisis no conspira contra la clásica visión filosófica de la modernidad, sino que la complementa. En este sentido, merece particular atención la mención a los nacionalismos, que quizás una lectura desde la teoría del Estado podrían enriquecer.

Es cierto que si un texto de historia de las ideas incluyera todos los autores y corrientes relevantes se haría infinito, también lo es que el crítico puede tener la tendencia a juzgar un texto de esta naturaleza no solo por lo que contiene, sino por lo que omite. Sin embargo, no puedo dejar de señalar que hay dos autores que se echan de menos en las páginas de este bien documentado libro: Guillermo de Ockham y René Descartes. Considero que una lectura de la modernidad debe reconocer en el nominalismo y en el cartesianismo dos de las grandes corrientes que marcaron el cambio de perspectiva de la realidad del mundo medieval al mundo moderno, y aunque cronológicamente el fraile franciscano se sitúa en las postrimerías de la época medieval, su teoría de los universales sentó las bases de la forma moderna de concebir al hombre, al mundo y a Dios. Quizás ésta pueda ser una sugerencia para el autor para una próxima edición. O quizás para otro texto.

Publicado en la revista Humanitas, Pontificia Universidad Católica de Chile, No. 53, enero – marzo de 2009.

Bogotá, 17 de marzo de 2009.

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