Laicidad crucificada

Del Comunismo al Terrorismo, nuevo libro

A modo de anticipo, publico el prólogo del profesor Carlos Alberto Patiño Villa, de la Universidad Nacional de Colombia, a un libro de mi autoría que publicará en los próximos días el Fondo Editorial de la Universidad Católica San Pablo, y que tiene por título: Del Comunismo al Terrorismo. La contención en el mundo de la posguerra fría.

Lima, 9 de octubre de 2008.

Prólogo

La política internacional hoy compite en cuatro esferas diferenciadas que son las siguientes:

Uno, la competencia interestatal entre democracias y autocracias, que está llevando a una recomposición geopolítica del mundo en ámbitos parecidos a los de la Guerra Fría, pues las dos cabezas de tal competencia son, Estados Unidos por el mundo Occidental liberal y democrático, y Rusia por las autocracias.

Dos, la creación de un ámbito realmente multilateral, más allá del problema de las divisiones que suponen las democracias y las autocracias, en donde la competencia geopolítica regional está en manos de potencias emergentes nada dispuestas a ceder terreno ante potencias globales. Entre estas potencias emergentes se encuentran la Unión Europea, China, Japón, India, Irán, Brasil, Sudáfrica, Israel y Turquía.

Tres, el rediseño de los territorios ocupados por los denominados “Estados fallidos”, que ha llevado al surgimiento de nuevos Estados, y a la creación de tensiones regionales que suelen involucrar directamente a potencias de menor rango y a potencias de alcance global. Esto es lo que ha venido sucediendo en regiones de Asia Central, principalmente en los casos de Afganistán e Irak, y en África, en donde la presencia de China y Japón es cada vez más crucial.

Cuatro, ha aparecido una división social y cultural profunda entre las sociedades que se han venido incorporando a la tercera revolución industrial, en marcha claramente desde la década de 1970, y las sociedades que no han podido hacerlo o la han rechazado. Esta división tiende ha convertirse en la más aguda a futuro, pues supone que de hecho seguirán existiendo sociedades que no tienen ningún futuro económico, dado que lo más importante de la actual revolución industrial es que la economía solo funciona exitosamente cuando se incorporan a ella niveles crecientes de conocimiento científico y tecnológico, algo imposible de alcanzar en sociedades en conflicto o sin posibilidades de estabilización. En este ámbito también entran las disputas culturales entre las diferentes formas de entender y organizar las sociedades, como las que protagonizan los fundamentalistas, especialmente los islámicos, contra las principales creencias de la modernidad.

Estas cuatro esferas se han ido conformando sobre las creencias liberales de los años 1990, en las que se señalaba que con el fin de la Unión Soviética (URSS) se terminaban las posibilidades de crear Estados y sociedades antidemocráticas, y suponían que con ello terminaban los fundamentos del enfrentamiento ideológico internacional. Sin embargo, el siglo XXI se ha ido enfrentando a la reconfiguración de viejos poderes, encarnados especialmente en lo que Robert Kagan denomina el nacionalismo de gran potencia, que es un término que sirve para describir lo que viene sucediendo con la Rusia de Putin, o con la actual China, India o Brasil. Esta situación de enfrentamiento entre viejos y nuevos poderes ha llevado a ver que los sueños de paz interminable y la creación de una comunidad internacional imperecedera de democracias fracasó, y dio lugar de nuevo a la historia, pero a la historia que está más allá del siglo XX, con lo que también han quedado fuera de lugar aquellos que han creído resucitar las ideologías de oposición, entre ellas el llamado “socialismo del siglo XXI”.

Los Estados Unidos, en tanto que única potencia de alcance global que existe en el siglo XXI, ha enfrentado este período en los últimos años con un estruendoso fracaso posbélico, el de Irak, y con un discurso monotemático frente a la diversidad de la competencia internacional: el combate contra el terrorismo. Para países como Rusia y China la guerra de Irak tiene un solo trasfondo que los preocupa: el gobierno de Hussein fue derrocado para establecer allí una democracia constitucional, multipartidista y laica, que sirviera de base a una profunda democratización de Oriente Medio y Asia Central, tal y como lo indican las declaraciones durante y posteriores a la guerra de Paul Wolfowitz. Según los internacionalistas rusos y chinos, lo que se oculta en la guerra de Irak es algo que va más allá de las pretensiones imperiales de Estados Unidos: es la creación de una comunidad definitiva de democracias, en la que los Estados Unidos y la Unión Europea son parte indisoluble de las mismas aspiraciones, de las mismas formas de ver el mundo, pues creen que sus valores modernos, y, en especial sus concepciones liberales del mundo, son de carácter universal, y, sobre tal concepción el mundo entero debería ser liberal y democrático, o bien al estilo europeo o bien al estilo norteamericano. A este supuesto ideal de una comunidad internacional de democracias contribuyen indiscutiblemente las alianzas y acercamientos cada vez más estrechos de la India y del Japón con los Estados Unidos.

El discurso contra el terrorismo, desde que surgió como una forma de ordenar el mundo posterior a Septiembre de 2001, no ha encontrado un eco internacional que le de suficiente fuerza, en parte porque para países como Rusia, China, Pakistán, Indonesia, y otros más, éste oculta la intención de acabar con sus regímenes, y tras ello erigir democracias pro occidentales. En esta dirección Rusia ha usado sus recursos de hidrocarburos como arma y como instrumento económico a la vez, mientras que China juega a la cautela del realismo, pero renovando aceleradamente su capacidad militar y dejando en claro internacionalmente que asuntos como el Tíbet son parte de su política interna y no están para ser discutidos ampliamente con quienes aparecen como representantes del mundo occidental, como los defensores de derechos humanos y los comités pro-democracia.

Sin embargo, el discurso y la acción de la política exterior de los Estados Unidos contra el terrorismo son de vital importancia en el mundo del siglo XXI, ya sea porque en realidad va encaminado a generar un mundo de democracias que reconoce la necesidad de usar la fuerza para impedir el avance de más estados autócratas, contrariando las creencias liberales de que en política solo las ideas cuentan; o porque detrás de este discurso está la estructura de una acción más compleja que pretende dar lugar a jugadas de vigencia de largo plazo de la política norteamericana, y con ello responder a transformaciones geopolíticas contemporáneas, que parecen ir mucho más lejos de las ideologías del siglo XX.

Una de las primeras indagaciones sobre qué hay detrás del discurso de combate al terrorismo es la que ha realizado el profesor Iván Garzón Vallejo, quien ha buscado las similitudes que pueden existir con la política de contención que dio origen a la Guerra Fría, y, en especial del llamado Largo Telegrama de G. Kennan. Garzón sostiene una tesis muy llamativa que va encaminada a sostener que el soporte real de la política exterior estadounidense es la práctica de la contención, siendo ésta la que le dio origen a la lucha contra el comunismo a la vez que hoy día da sentido a la lucha contra el terrorismo. Esta es una tesis polémica, pero interesante, que deberá evaluar el lector de cara a los cambios que en política internacional están realizando países como China, Rusia, India, Japón, Irán y otros más, para encontrar si en realidad el terrorismo es básicamente la expresión de una acción estructural que es la contención, o si por el contrario, la contención está hoy más cerca de nuevos núcleos ideológicos. Pero lo cierto es que, sea una cosa o la otra, hoy el mundo parece más cerca de “flujos normales” de la historia que de períodos excepcionales como la Guerra Fría. En este sentido, la evaluación de cualquier política exterior tiene que superar las reticencias de los idealistas y las ilusiones de los ingenuos. Y creo firmemente que este trabajo del profesor Garzón Vallejo es un aporte para una lectura realista del mundo.