¿Un Estado reducido o desmembrado?

La región más próspera de Bolivia reiteró su deseo de mayor autonomía del Gobierno central por medio de un referéndum, y de paso ratificó que no quiere hacer parte del proyecto socialista–estatista que bajo la égida de Chávez enarbola Evo Morales. En el Perú se han escuchado voces semejantes aunque respaldadas por una menor legitimidad política y popular. ¿Qué está pasando en los Andes? ¿Nos aproximamos a la quiebra o desmembración del Estado como forma de organización política moderna? Sugiero dos elementos para el análisis:

1. El centralismo político y administrativo es cada vez más asfixiante para los ciudadanos y va en contravía de las dinámicas de un mundo globalizado en el que por cuenta del influjo de la lógica del mercado se impone la celeridad y la eficiencia en los distintos procesos gubernamentales. Por ello se está viendo cada vez más cuestionada la razón de ser de un “Estado elefante”, y es previsible que a futuro se vaya acotando su campo de acción aunque no lo quieran los gobernantes.

2. El proyecto nacional de nuestras Repúblicas latinoamericanas sigue siendo en muchos casos eso: un proyecto por realizar. Sin alarmarse ni escandalizarse, hay que constatar que en muchas provincias de las naciones latinoamericanas los ciudadanos tienen un mayor sentido de pertenencia con su región que con la Nación, y que incluso estarían dispuestos a prescindir de ésta si los recursos económicos son suficientes. Este punto no lo toman muy en cuenta los demagogos y populistas y acá hay un signo de discernimiento sobre la seriedad de las propuestas.

La situación requiere respuestas sensatas de los Gobiernos centrales: liderar la cohesión social en torno a asuntos de interés común, pero además, atender los reclamos de las poblaciones que se sienten marginadas del proyecto nacional y que quizás algún día pueden patear el tablero.

Arequipa, 6 de mayo de 2008.

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