Impresiones porteñas
Hace casi 40 días estoy en Buenos Aires, y sin pretender hacer un análisis exhaustivo de esta ciudad ni de su gente, pues acaso eso sea tarea de muchos años y no de una sola persona, sí creo que escribir algunas impresiones me pueden ir ayudando a categorizar mejor la experiencia de estar acá y a compartirlas con quien quizás por casualidad se encontró con este blog.
Ante todo, gracias a Dios puedo decir que estoy en un sitio en el que hace años había querido vivir, aunque sea como ahora, una temporada corta de casi tres meses y con el dolor de estar lejos de mi esposa y mi bebé, mi familia.
Alguna vez quise vivir acá porque Buenos Aires tiene ese halo de gran urbe, de ciudad europea y culta que nos cultiva a muchos latinoamericanos. Y los porteños lo saben. Las cosas acá están hechas con cierto toque especial. Como me decía un amigo argentino que ha viajado mucho por Latinoamérica, “los centros comerciales de Buenos Aires tienen algo que no tienen los de Colombia, Venezuela, Bolivia ni Chile”. Y creo que tiene razón, pero yo diría que no solo los centros comerciales que son un invento de la cultura consumista y masificada que, en el fondo tienen un mismo estándar. Creo que además, ese toque especial lo tienen los cafés y las librerías.
Los cafés en Buenos Aires son lo que deben ser los cafés: sitios para conversar, leer, terminar algún trabajo o tarea en los minutos que se tienen, o, sencillamente, estar un rato a cualquier hora del día. En Medellín por ejemplo, ir a un café es sinónimo de una cita de pareja. He estado en cafés con mi esposa o antes con alguna novia, pero no recuerdo haber estado nunca solo, ni siquiera con un amigo. Allí es una alternativa a salir a comer algo, y como digo, un asunto de pareja. Por eso lso cafés de Medellín están llenos en las noches, por eso se ven solo parejas. Es decir, es algo más “romántico”. A nadie se le ocurriría ir a un café a media mañana –es muy probable que esté cerrado o que apenas estén limpiando– para leer esas páginas que faltan para terminar un capítulo de un libro o sencillamente para repasar un informe que se debe presentar en un rato.
Pero curiosamente, aunque el café que se toma acá es muy bueno, el café propiamente es una excusa para estar en el café. La gente los busca porque son sitios de encuentro. Una pequeña taza de café puede durar dos horas de amical conversación. Buenos Aires combina la soledad de sus habitantes en gran parte del día –en los trenes, colectivos y subtes se ve sobretodo gente sola con un libro, el diario o un mp 3 en la mano para matar la monotonía de largos trayectos– con cafés y restaurantes repletos de gente porque son sitios de encuentro y de conversación.
Es cierto que mi percepción de la ciudad puede ser muy positiva, y que quizás alguien que viva acá no la comparta. Contrario a lo que se piensa afuera, el argentino es muy crítico con su país y se queja con frecuencia. Luego les contaré también de los múltiples problemas que tiene la urbe porteña. Pero es cierto quel a situación personal desde la que se ven las cosas influye mucho, y mi caso no es la excepción.
Yo estoy acá estudiando mi Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Católica Argentina - la que está al fondo en la foto-, es decir, estoy como estudiante universitario –una de las mejores experiencias de la vida– y por ello con la posibilidad de distribuir mi tiempo y disfrutar de la ciudad, sin vivir con el apuro de quienes trabajan en un sitio y tienen que desplazarse a otro en minutos y a quienes les amarga la existencia que el subte esté parado o que el colectivo se demore más de la cuenta.
Además, estoy en una ciudad y en un país que me ha generado simpatías por muchas razones que les iré contando, es decir, no en un sitio al que he tenido que venir forzosamente y del cual ya tenía prejuicios con su gente o costumbres.
Como la vida de estudiante universitario también impone compromisos y tiempos debo ir a estudiar. Lo de las librerías, se los quedo debiendo.
Buenos Aires, 12 de Septiembre.
Ante todo, gracias a Dios puedo decir que estoy en un sitio en el que hace años había querido vivir, aunque sea como ahora, una temporada corta de casi tres meses y con el dolor de estar lejos de mi esposa y mi bebé, mi familia.
Alguna vez quise vivir acá porque Buenos Aires tiene ese halo de gran urbe, de ciudad europea y culta que nos cultiva a muchos latinoamericanos. Y los porteños lo saben. Las cosas acá están hechas con cierto toque especial. Como me decía un amigo argentino que ha viajado mucho por Latinoamérica, “los centros comerciales de Buenos Aires tienen algo que no tienen los de Colombia, Venezuela, Bolivia ni Chile”. Y creo que tiene razón, pero yo diría que no solo los centros comerciales que son un invento de la cultura consumista y masificada que, en el fondo tienen un mismo estándar. Creo que además, ese toque especial lo tienen los cafés y las librerías.
Los cafés en Buenos Aires son lo que deben ser los cafés: sitios para conversar, leer, terminar algún trabajo o tarea en los minutos que se tienen, o, sencillamente, estar un rato a cualquier hora del día. En Medellín por ejemplo, ir a un café es sinónimo de una cita de pareja. He estado en cafés con mi esposa o antes con alguna novia, pero no recuerdo haber estado nunca solo, ni siquiera con un amigo. Allí es una alternativa a salir a comer algo, y como digo, un asunto de pareja. Por eso lso cafés de Medellín están llenos en las noches, por eso se ven solo parejas. Es decir, es algo más “romántico”. A nadie se le ocurriría ir a un café a media mañana –es muy probable que esté cerrado o que apenas estén limpiando– para leer esas páginas que faltan para terminar un capítulo de un libro o sencillamente para repasar un informe que se debe presentar en un rato.
Pero curiosamente, aunque el café que se toma acá es muy bueno, el café propiamente es una excusa para estar en el café. La gente los busca porque son sitios de encuentro. Una pequeña taza de café puede durar dos horas de amical conversación. Buenos Aires combina la soledad de sus habitantes en gran parte del día –en los trenes, colectivos y subtes se ve sobretodo gente sola con un libro, el diario o un mp 3 en la mano para matar la monotonía de largos trayectos– con cafés y restaurantes repletos de gente porque son sitios de encuentro y de conversación.
Es cierto que mi percepción de la ciudad puede ser muy positiva, y que quizás alguien que viva acá no la comparta. Contrario a lo que se piensa afuera, el argentino es muy crítico con su país y se queja con frecuencia. Luego les contaré también de los múltiples problemas que tiene la urbe porteña. Pero es cierto quel a situación personal desde la que se ven las cosas influye mucho, y mi caso no es la excepción.
Yo estoy acá estudiando mi Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Católica Argentina - la que está al fondo en la foto-, es decir, estoy como estudiante universitario –una de las mejores experiencias de la vida– y por ello con la posibilidad de distribuir mi tiempo y disfrutar de la ciudad, sin vivir con el apuro de quienes trabajan en un sitio y tienen que desplazarse a otro en minutos y a quienes les amarga la existencia que el subte esté parado o que el colectivo se demore más de la cuenta.
Además, estoy en una ciudad y en un país que me ha generado simpatías por muchas razones que les iré contando, es decir, no en un sitio al que he tenido que venir forzosamente y del cual ya tenía prejuicios con su gente o costumbres.
Como la vida de estudiante universitario también impone compromisos y tiempos debo ir a estudiar. Lo de las librerías, se los quedo debiendo.
Buenos Aires, 12 de Septiembre.
Comentarios
Qué buen artículo y de tan agradable lectura. Es muy interesante la reflexión sobre los cafés en Colombia, no solo a nivel de Medellín, porque en otras ciudades como Cali y Bogotá, la situación es similar. Qué bueno sería que otras personas leyeran el artículo y no sólo se llevaran una visión mas acogedora de Buenos Aires, sinó también una actitud más positiva, innovadora y "un poco menos romántica" de los lugares donde se puede tomar café.
Qué buen artículo y de tan agradable lectura. Es muy interesante la reflexión sobre los cafés en Colombia, no solo a nivel de Medellín, porque en otras ciudades como Cali y Bogotá, la situación es similar. Qué bueno sería que otras personas leyeran el artículo y no sólo se llevaran una visión mas acogedora de Buenos Aires, sinó también una actitud más positiva, innovadora y "un poco menos romántica" de los lugares donde se puede tomar café.
Qué buen artículo y de tan agradable lectura. Es muy interesante la reflexión sobre los cafés en Colombia, no solo a nivel de Medellín, porque en otras ciudades como Cali y Bogotá, la situación es similar. Qué bueno sería que otras personas leyeran el artículo y no sólo se llevaran una visión mas acogedora de Buenos Aires, sinó también una actitud más positiva, innovadora y "un poco menos romántica" de los lugares donde se puede tomar café.