La luz difícil
“Esa noche pasé mucho tiempo despierto. A mi lado, Sara tampoco dormía. Miraba yo sus hombros morenos, su espalda aún esbelta a sus cincuenta y nueve años, y encontraba consuelo en su belleza. A ratos nos tomábamos de la mano. En el apartamento nadie dormía, nadie hablaba; de vez en cuando alguno tosía o iba a orinar y volvía a acostarse”. Así comienza este libro conmovedor, bello, desgarrador por pasajes, escrito casi poéticamente. “La luz difícil”, del escritor Tomás González, es una novela breve que recoge dos relatos paralelos, que tienen el mismo protagonista, David, un hombre que empieza a acariciar la vejez y trata de seguir viviendo día a día en medio de su melancolía. El primer relato es acerca de la noche en la que Jacobo, su hijo de 28 años toma la decisión de viajar desde Nueva York al estado de Portland para que le practiquen la eutanasia, pues padece de una lesión irreversible en la medula espinal. Esta no solo lo ha tenido postrado durante varios años, sino que le produce agudos dolores que sólo logra paliar con los masajes que le hace Pablo, su hermano. El autor recuerda paso a paso, mediante breves capítulos, aquella larga noche en la que, junto a Sara, su esposa, siguieron minuto a minuto y con incertidumbre los últimos momentos de vida de su hijo.
La prolongada espera está acompañada de una secreta esperanza, inconfesada en el caso de él, explícita en ella: que, en el último momento, Jacobo se arrepienta de la fatal decisión que tomó y que sus padres deciden respetar: “Sara se había ido al cuarto, a sentir sola su tristeza. También a mí, sentado otra vez frente a la pintura, pero sin mirarla, mirando el piso, me había regresado con toda su fuerza la aflicción, y las llamas me recorrían por dentro, unas veces por un costado, otras por el otro, y casi me asfixiaban”. Tanto la espera de la muerte de Jacobo como el profundo amor entre David y Sara, conmueven el corazón del lector, lo acercan al protagonista, un hombre que se dedica a pintar y a escribir. Alguien sencillo que ama a su esposa en forma tierna y fiel. Por eso, quizás los pasajes más bellos del libro son aquellos en los que se detallan aspectos de su vida juntos, sus angustias, sus manifestaciones de afecto, siempre tiernas, limpias, y no teñidas del morbo tan frecuente en la literatura colombiana contemporánea.
El pausado y detallado relato de aquella noche se combina con la descripción de la vida de David en la actualidad. El epicentro ya no es la cosmopolita capital del mundo, sino su austera casa de La Mesa, Cundinamarca. Allí pasa los días, sobrellevando el duelo de la muerte de su esposa, fallecida dos años atrás, en compañía de una campesina y su hijo, quienes le ayudan en su vida cotidiana, pues su ceguera avanza imparablemente y la tristeza lo va apagando paulatinamente.
Más allá del doloroso episodio de Jacobo, que presenta varios dilemas éticos y morales, que el autor no aborda directamente, y que acaso se explique porque sus padres no pudieron transmitirle a su primogénito la suficiente esperanza frente a una vida marcada por el dolor y el sufrimiento, “La luz difícil” es una novela bien escrita, que transmite con sencillez un complejo drama humano, siempre difícil de entender sino se padece.
Apostilla: Sólo quedan unos cuantos días para informarse bien y votar el 30 de octubre a conciencia, con responsabilidad y pensando en el bien común. Por una ciudadanía crítica y participativa.
Publicado en El Mundo, Medellín, 24 de octubre de 2011.
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