La hija del sepulturero, de Joyce Carol Oates
Esta novela de Joyce Carol Oates es un bello texto acerca de la posibilidad de ser feliz, un conmovedor drama acerca del intento de una mujer por huir de un doloroso pasado que la atormenta, una oda a la vivencia de la libertad a pesar de las circunstancias adversas, en suma, un canto a la posibilidad de encontrar sentido a pesar de haberse topado frente a frente con la miseria humana.La hija del sepulturero cuenta la historia de Rebecca Schwart, hija menor de una familia de inmigrantes que en la década de 1930 escapa de la Alemania nazi y se instalan en Chautauqua Falls, un pequeño pueblo del estado de Nueva York. Aunque su padre era profesor de matemáticas en la nación europea, allí sólo consigue ganarse la vida como sepulturero y vigilante del cementerio, ocupación que lo sumirá en un paulatino proceso de amargura, resentimiento y vulgaridad, de la cual su propia familia es víctima indefensa. En este sufrido hogar, en el que la madre avanza lentamente hacia la locura, el padre sólo tiene tiempo para su trabajo y para rumiar el rencor que le produce su precaria situación, y los hermanos sólo esperan el momento de liberarse del yugo paterno, la niñez de Rebecca transcurre en medio de un clima de desconfianza en los demás, pero principalmente, en sí misma. Sobrelleva una infancia en la que no se siente querida, ni siquiera por sus padres.
Un día, un hecho trágico y bizarro la aleja definitivamente de su familia, y allí comienza un proceso de búsqueda de sí misma. Sobre todo, emprende un camino de huida de su penoso pasado que la lleve quizás, a alcanzar algún día la felicidad. Así, el devenir de Rebecca será jalonado por su actitud persistente por encontrarle un sentido a su vida mientras al mismo tiempo intenta dejar atrás los fantasmas del recuerdo, que, por si fuera poco, siempre la perseguirán. Lo que encuentra fuera de su hogar, y marcará decididamente su juventud no es muy halagador: una pobre educación, una religiosidad fingida, y la caridad de una mujer cuya generosidad Rebecca está incapacitada para comprender y agradecer.
El drama, y al mismo tiempo, el mayor anhelo de la hija del sepulturero es ser querida y valorada como mujer. En su comprensión de la vida, eso lo traduce en la búsqueda de una figura masculina que reemplace el enorme vacío que dejó su padre. En este contexto ocurre el punto de inflexión de su vida, que será conocer a Niles Tignor, un donjuán que, aprovechándose de su inocencia, la conquista y la somete sentimentalmente. Al cabo de unos años del espejismo con Tignor, éste le deja una triste herencia: humillación, soledad y más dolor. Pero al mismo tiempo le deja quizás su mayor esperanza: un hijo, Niley, quien más adelante se llamará Zacharias, quien no sólo será el sostén emocional de su madre, sino su compañero en el azaroso camino de huir de la desgracia y así no ser víctima nuevamente de la miseria de los demás, y quizás, de la suya propia.
El libro de Oates tiene una cuidada y fina narrativa. La extensa novela va desenvolviendo una trama que si bien por pasajes aparece lenta, tiene como gran mérito señalar atisbos del alma de Rebecca Schwart, cuya vida es descrita desde su más tierna infancia hasta su adultez, es decir, hacia la década del setenta y en diversos lugares del territorio de la unión norteamericana. Al fin y al cabo, la vida de la protagonista de La hija del sepulturero es una suerte de búsqueda, pero, al mismo de ocultamiento de su verdadera identidad. Los flashbacks ponen de presente la vivencia sicológica de la protagonista, esto es, un pesado drama que es sobrellevado con estoicismo. Al mismo tiempo, la narrativa de la autora pone de presente su honda sensibilidad por la difícil situación de una mujer de carne y hueso, en la cual parece sugerirse la parábola de tantas mujeres que, víctimas de la violencia intrafamiliar, de una educación muy elemental, pero sobre todo, de un machismo cultural que las reduce al papel de compañeras pasivas y progenitoras sumisas. Obviamente, es el retrato de una época, y en este sentido, muy aleccionadora de sus carencias antropológicas, jurídicas y sociales.
En ese marco, el libro de Joyce Carol Oates parece contener un clamor femenino por la igualdad, la justicia, y la valoración de su papel en la familia. Pero el clamor de La hija del sepulturero no es hecho desde el envalentonamiento de un feminismo que cosifica la mujer al hacerla objeto de una reivindicación ideológica sesgada y que desconoce su rol materno insustituible, sino, por el contrario, un llamado de atención a la sociedad, por el sufrimiento de tantas mujeres que sobrellevan silenciosamente la tragedia de ser maltratadas, ninguneadas y subordinadas.
La sensibilidad de Oates pone en Rebecca Schwart (o más adelante Hazel Jones), la fuerza femenina que, en medio de las adversidades, es capaz de sobrellevar el sufrimiento descubriendo día a día una razón para sobrevivir con dignidad. Por ello, quizás no esté demás aseverar que la lectura de esta conmovedora obra es imprescindible. Sobre todo para los hombres. Paradójicamente.
Bogotá, 28 de septiembre de 2009.
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