Procurador: !no se meta!

No hay peor ciego que el que no quiere ver, por eso, la respuesta del magistrado Augusto Ibañez a la intención de Alejandro Ordóñez de mediar en el conflicto entre la Corte Suprema y el Presidente de la República no pudo ser más destemplada: “¿Qué va a arbitrar el Procurador? Nosotros no reconocemos contendiente ni lo tenemos. Al acatar la Constitución y la Ley, simplemente estamos cumpliendo con nuestro deber y competencia” dijo Ibáñez ¡a una semana de que éste les enviara la carta! Por otro lado, la excesiva prudencia que ha mostrado el Presidente en el caso de las ‘chuzadas’ del DAS dan para pensar que el desdén es una forma de contribuir a incrementar la indignación de los magistrados. Como si fuera poco, ha habido un visceral rechazo de algunos de quienes más indignados se han mostrado por el ‘choque de trenes’, y que uno pensaría que desean su solución. Así, con su acostumbrada ligereza argumentativa, María Jimena Duzán comparaba la gestión de mediación del Procurador con la mediación de paz de alias ‘Karina’ y la fallida propuesta que en el mismo sentido hizo Mancuso. Sin comentarios.

Por ello, y amén del tiempo que lleva esta guerra de comunicados y declaraciones públicas, he llegado a la conclusión de que ésta es una pelea que no va terminar mientras Uribe esté en el poder, pero que sobretodo, a unos y a otros les conviene estar enfrentados. Me explico. Hoy en día pocos dudan de que la Corte asumió una actitud política hacia todo lo que huela a uribismo. Sus razones tendrán, y no serán ni los primeros ni los últimos jueces imbuidos por la politización de la justicia. Entretanto, Uribe se ha sentido desafiado personal y políticamente por algunas de las decisiones de esta corporación. Por eso, la cuestión en este punto no es quién tiene la razón, pues los dos seguramente la tienen en muchos aspectos, y para ello invocan argumentos jurídicos válidos. Sin embargo, es como cuando una pareja de esposos se quiere separar: en ese punto ya no importa quién tiene la razón o quién empezó: la solución depende de los dos. Me temo que entre los representantes del ejecutivo y el judicial eso no va suceder.

El Presidente quiere seguir peleando con la Corte. Le conviene hacerlo, pues no sólo parece estar convencido de que tiene la razón, sino que su popularidad depende de mantener un discurso duro frente a todo lo que huela a terrorismo y deslegitimación del Gobierno. Y en esto la Corte le ha dado la razón cuando ha negado algunas extradiciones o ha proferido decisiones con un propósito sospechosamente político.

De otro lado, la Corte Suprema no sólo ya está jugada en una pelea que los magistrados asumieron como un asunto personal, sino que saben que hay un consenso mediático que los favorece (que la oposición aprovecha), y por eso cada hecho adicional de este rifirrafe juega en contra del Gobierno, pues ellos representan la ‘solemnidad’ de la justicia y el Presidente el autoritarismo desinstitucionalizador. La Corte no va ceder porque sigue teniendo la sartén por el mango, es decir, las investigaciones de la ‘parapolítica’ están lejos de acabar, y seguramente, vendrán más escándalos y shows mediáticos de congresistas que son detenidos para ser interrogados. No hay que olvidar que ya insinuó su intención de terciar en la suerte del referendo reeleccionista.

Es una lástima, no sólo porque el check and balances (pesos y contrapesos) de las ramas del poder público no debería darse en términos personalistas ni tan agrios y poco constructivos, sino porque en medio de este ánimo pendenciero el Presidente y la Corte Suprema no están sopesando los graves elementos institucionales que la misiva del Procurador les quiso hacer ver: que la ponderación de los funcionarios públicos es un deber, que la colaboración de los poderes públicos es un mandato constitucional, que se debe evitar la injerencia en las funciones del otro órgano respetando su independencia, y que es inconveniente anunciar fallos judiciales por los medios de comunicación.

Apostilla: Una Asamblea Constituyente sería el plan C del uribismo para la segunda reelección. ¿Un intento desesperado por imitar los regímenes de Venezuela, Ecuador y Bolivia, o una broma de mal gusto?

Publicado en El Mundo, Medellín, 25 de junio de 2009.

Bogotá, 23 de junio de 2009.

Comentarios

Alejandro Galvis dijo…
Tristemente, esta situación se ha vuelto bastante común entre las ramas del poder público. Lo que debiera ser una relación colaboracionista que permita el correcto desarrollo del país, se ha vuelto un problema que no permite la marcha pujante de Colombia. Pero como bien se expresa en el artículo, parece que se volvió ya el común denominador del trato entre el ejecutivo y el judicial.
Alejandro Galvis dijo…
Tristemente, esta situación se ha vuelto bastante común entre las ramas del poder público. Lo que debiera ser una relación colaboracionista que permita el correcto desarrollo del país, se ha vuelto un problema que no permite la marcha pujante de Colombia. Pero como bien se expresa en el artículo, parece que se volvió ya el común denominador del trato entre el ejecutivo y el judicial.
Felipe Chisco dijo…
Muy interesante el análisis de fondo que se le hace a este choque de trenes. Personalmente Doctor, pienso que, es claro que las investigaciones por el caso de la parapolítica de alguna forma u otra no cayeron bien en la Casa de Nariño desde el comienzo. Así, por ejemplo, son muy recordadas las mentiras que se dijeron en su momento del magistrado Iván Velásquez, y que seria el génesis de este choque. Actualmente, el uribismo ve como una retaliación más la investigación por prevaricato que se le abrió a 86 Representantes a la Cámara que votaron el referendo reeleccionista para el 2014 a pupitrazo por un decreto de último minuto. ¿No es por el contrario un paso lógico a seguir en cualquier proceso judicial?, ni siquiera la corte ha dado una sentencia y los representares ya aluden la inviolabilidad de su voto. Dependerá del sustento jurídico que tenga esa sentencia para determinar si es un nuevo episodio dentro de este choque de trenes o es algo enmarcado dentro del Derecho.

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