La Universidad a debate
Hace unos días se reunió en Cartagena de Indias la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe (CRES), a la que asistieron 3.500 delegados y representantes universitarios de 33 países. A pesar de los lugares comunes que contiene la Declaración Final, quiero destacar algunos puntos que me parecen sugerentes.
Se propuso incentivar la oferta de currículas flexibles que permitan atender mejor los intereses y vocaciones particulares de los estudiantes, así como establecer condiciones académicas y culturales para evitar la fuga de cerebros. Se planteó una crítica a la mercantilización y privatización de la educación, la cual es entendida como un bien público social. En esa línea, que la educación haya sido incluida como un servicio comercial en la Organización Mundial del Comercio confirma la pertinencia del cuestionamiento. La Declaración señala que la construcción y difusión de los conocimientos en las ciencias sociales y humanas es tan importante como el de las ciencias naturales y exactas: aquellos hacen posible una mejor comprensión de nuestros problemas y el planteamiento de propuestas para solucionarlos. Finalmente, en un contexto en el que se han multiplicado las instituciones “de garaje”, se insistió en las acreditaciones, así como en acentuar la calidad, el rigor académico, la investigación y la creación científica en los posgrados universitarios que se ofrecen.
Ojalá que estos y otros asuntos motiven una mayor discusión e interés de la opinión pública latinoamericana. Con ello nos tomaremos en serio el dramático hecho de que estamos rezagados en materia de educación, y ello en buena medida porque los Gobiernos nacionales no invierten ni siquiera el 1% del PIB en investigación científica e innovación.
Nuestro acceso al concierto de los países desarrollados no puede seguir dependiendo de que la papa, el café, el plátano o la soja estén a buen precio en el mercado internacional. Por esa vía, me temo, no llegaremos nunca.
Arequipa, 16 de junio de 2008.
Hace unos días se reunió en Cartagena de Indias la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe (CRES), a la que asistieron 3.500 delegados y representantes universitarios de 33 países. A pesar de los lugares comunes que contiene la Declaración Final, quiero destacar algunos puntos que me parecen sugerentes.
Se propuso incentivar la oferta de currículas flexibles que permitan atender mejor los intereses y vocaciones particulares de los estudiantes, así como establecer condiciones académicas y culturales para evitar la fuga de cerebros. Se planteó una crítica a la mercantilización y privatización de la educación, la cual es entendida como un bien público social. En esa línea, que la educación haya sido incluida como un servicio comercial en la Organización Mundial del Comercio confirma la pertinencia del cuestionamiento. La Declaración señala que la construcción y difusión de los conocimientos en las ciencias sociales y humanas es tan importante como el de las ciencias naturales y exactas: aquellos hacen posible una mejor comprensión de nuestros problemas y el planteamiento de propuestas para solucionarlos. Finalmente, en un contexto en el que se han multiplicado las instituciones “de garaje”, se insistió en las acreditaciones, así como en acentuar la calidad, el rigor académico, la investigación y la creación científica en los posgrados universitarios que se ofrecen.
Ojalá que estos y otros asuntos motiven una mayor discusión e interés de la opinión pública latinoamericana. Con ello nos tomaremos en serio el dramático hecho de que estamos rezagados en materia de educación, y ello en buena medida porque los Gobiernos nacionales no invierten ni siquiera el 1% del PIB en investigación científica e innovación.
Nuestro acceso al concierto de los países desarrollados no puede seguir dependiendo de que la papa, el café, el plátano o la soja estén a buen precio en el mercado internacional. Por esa vía, me temo, no llegaremos nunca.
Arequipa, 16 de junio de 2008.
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