Las cartas de Aznar

El Ex Presidente del Gobierno español, José María Aznar, publicó recientemente Cartas a un joven español, editado por Planeta. El libro, ameno por la forma de escritura epistolar en la que se remite a un joven de nombre Santiago y que se inscribe en la larga tradición que iniciara Aristóteles con la Ética a Nicómaco, puede leerse a mi juicio, de dos formas.

La primera, como un manifiesto político del dirigente de mayor ascendencia dentro del Partido Popular, quien aprovecha la oportunidad para despacharse contra algunas de las políticas implementadas por el gobierno del PSOE. Lo hace luego de estar ya casi un cuatrenio no dedicado activamente a la política española sino a la Fundación FAES que preside, pero al fin y al cabo en la oposición, y desde allí, considera básicamente que los socialistas han retrocedido en aspectos en los que los populares bajo su mando habían avanzado. En ésa línea, hay una fuerte crítica a la aprobación de las uniones homosexuales, el relativismo en los asuntos morales, la concesión de mayor autonomía a las regiones, la ley de la educación, entre otras. Leído desde ésta perspectiva es fácilmente comprobable que la obra está llena de dardos contra el gobierno socialista que le antecedió –el de González – y el que le sucedió –el de Zapatero– y que tendría como intención fortalecer el electorado afín al PP de cara a las elecciones del próximo Marzo. Unas elecciones ante las que el PP ha estrechado la diferencia a 2.3 puntos, es decir, al margen de error de la medición estadística según las encuestas difundidas hoy.

La segunda, es la lectura del texto como una obra clásica de ciencia política. Es decir, como una suerte de tratado que plantea las cuestiones políticas fundamentales en una sociedad democrática como la nuestra. En éste sentido interpretativo, llama la atención la insistencia de Aznar en los principios liberales y en la sobrevaloración del elemento de la libertad, incluso considerándolo como el elemento definitorio de la condición humana.
Se trata de un liberalismo que pretende conciliar una perspectiva moderna –libertad de expresión, de mercado, democracia y Estado de Derecho– con una tradicional o conservadora –defensa de la familia, la autoridad, actitud dialogante con la Iglesia, crítica del relativismo, los fundamentalismos y el ideario del 68, entre otras–. Ésta línea, tiene como eje la importancia de la tradición en una civilización así como la conservación de los valores esenciales a la historia española.
Me parece que ésta segunda parte es la más sugerente, en cuanto supone una perspectiva liberal–conservador moderna, muy característica de cierta derecha de hoy en día –Uribe, Calderón y Sarkozy, por ejemplo– pero poco común al lado de la socialdemocracia tan extendida, no solo en Europa.

Me llama la atención el énfasis que pone en ser considerado como liberal. No lo dice, pero parece que el mote de conservador representa una especie de oprobio, y es en éste punto en el que los intereses electorales próximos o auto justificatorios de sus dos gobiernos parecieran prevalecer. Sin embargo, en puridad es así. Creo que el valor de José María Aznar, incluso para América Latina en la que ejerce un importante liderazgo entre ciertas élites, es que se trata de un político liberal–conservador, y es en ése sentido que el ensayo teórico de ésta perspectiva representa lo más valioso que puede aportar éste texto a la reflexión política de hoy.

Aunque una gran mayoría en España áun no le perdonan a Aznar la famosa foto de las Azores junto a Bush y Blair en la antesala de la invasión a Iraq, éste libro, leído sin apasionamientos y partidismos, contiene algunas sugerentes reflexiones para el porvenir de España y el mundo occidental.

Madrid, 23 de Noviembre de 2007.
Publicado en Revista Humánitas, año 13, No. 49, enero–marzo de 2008, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, pp. 208 – 209.

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