ACERCA DEL JUICIO AL JUICIO ABSOLUTO


El profesor Luis María Bandieri me ha remitido un esplédido texto que lleva por título "Juicio al juicio absoluto" acerca del libro póstumo Juicio al Mal Absoluto del jurista argentino Carlos Nino que se reeditó hace poco en Buenos Aires.

Con sumo placer acabo de leer el texto de Luis María y por ello recomiendo su lectura: http://elpartedeltorrero.blogspot.com/

Y creo que no solo hay una aplicación de sus argumentos a la situación argentina -como parece ser el propósito inmediato del artículo- según la cual los tribunales están juzgando nuevamente a los actores de crímenes de la época de la distadura militar a partir de la derogación de las leyes de punto final y Obediencia debida, sino que, hay puntos de esclarecimiento de lo que viene ocurriendo en estos días en Chile y en Colombia.

En Chile, hemos visto esta semana a partir de lo acaecido con la muerte de Pinochet que el odio al ex presidente ha sido exacerbado por la triste tendencia del derecho –léase Baltasar Garzón, que insisto, no es pariente mío– a traer a la luz mediática y judicial situaciones ya dejadas atrás y que poco a poco el tiempo ha ido sanando, y se hace en nombre de esos universales que tantos prejuicios ideológicos esconden como por ejemplo los derechos humanos.
Ayer leía en el periódico El Colombiano un artículo de quien fuera hasta el año anterior Embajador de Colombia en Santiago señalando cómo los seguidores de Pinochet se han desilusionado más de él por el dinero de las cuentas bancarias que han aparecido y de las cuales no han dado explicación satisfactoria, más que de las persecuciones y desapariciones de opositores por todos conocida.
El juicio a personajes como Pinochet y Fidel Castro - a quienes curiosamente se les asocia en estos días - los hará la historia, y ella el veredicto vendrá sin reclamarlo ansiosamente.

Y en Colombia, lo del juicio al Mal Absoluto ilumina la situación porque seguimos entrampados en la forma de salir de un espiral de violencia paramilitar –que no es menor que la guerrillera– desaprovechando la necesidad que tienen estos señores de las ex-AUC de limpiar sus expedientes a fin de evitar la extradición a EEUU y por lo cual han ido entregando sus armas –algo que difícilmente hará la guerrilla–, y todo por cuenta de la miopía de tantos en el país que no quieren otra cosa que un juicio absoluto a un “Mal Absoluto” que en realidad no es otra cosa que “verdad” disfrazada en algunos casos de denuncias a la clase política y a los militares involucrados –lo cual no deja de ser pertinente-, “justicia” y “reparación” que no es otra cosa que venganza y deseo de que estos señores paguen casi cadenas perpetuas. Es decir, parámetros máximos a una situación y a una gente que hará lo que sea por no aceptarlos pues el llamado proceso de paz no deja de tener visos de sometimiento a la justicia, por lo cual, por partida doble, requiere condiciones políticas no maximalistas -que tampoco mínimas- en aras a alcanzar algo de paz en el país.

Dejar de buscar el juicio al Mal Absoluto tiene mucho de espíritu cristiano. Pero quizás mucho más de sentido común.

Arequipa, 14 de diciembre de 2006.

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