Ni laicismo, ni fanatismo

Preocupados más por contar cuántas personas estaban protestando en las calles contra el Papa, los medios de comunicación nacionales e internacionales, informaron muy poco acerca de lo que dijo Benedicto XVI en su reciente visita al Reino Unido. No obstante, hay un tema en el que él ha venido insistiendo. Que yo recuerde, aludió a él en Francia, en Estados Unidos, en Alemania y ahora en las Islas. Se trata de la recta comprensión del papel público de la religión en las sociedades actuales, un tema en el que, por lo demás, abundan los prejuicios y las etiquetas simplistas en la prensa.

Es que, a decir verdad, el debate entre política y religión se suele plantear hoy en los mismos términos del siglo XIX: clericalismo o fanatismo vs laicismo o anticlericalismo radical. Los primeros piensan que la religión debe ser instrumentalizada política y jurídicamente para legitimar pretensiones de otra naturaleza. El caso lo grafica la reciente aparición del desconocido Pastor Terry Jones, quien tuvo sus quince minutos de fama por cuenta de su incendiaria –nunca mejor dicho– y descabellada convocatoria a quemar el Corán el 11-S.

En el otro extremo, ciertas élites políticas e intelectuales conciben la religión como una reliquia arcaica que debe quedar recluida en el ámbito estrictamente individual y privado, y renunciar así al derecho de intervenir en la discusión de las cuestiones éticas y morales controvertidas. Esta marginación de la religión, y específicamente del cristianismo, dijo el Papa, se da incluso en naciones que otorgan un gran énfasis a la tolerancia, léase, Inglaterra. De este modo, en nuestro tiempo, “el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, pero a menudo implica ser excluido, ridiculizado o parodiado”. Lo primero lo vivió Tomás Moro, mártir por cuenta de las ambiciones políticas de Enrique VIII y de su fidelidad a su conciencia, y John Henry Newman, el sacerdote anglicano a quien Benedicto XVI beatificó el domingo, y quien fuera marginado en su tiempo por convertirse al catolicismo como consecuencia de un sincero y valeroso proceso de búsqueda de la verdad. Pero además, lo empiezan a entender los católicos cuyo “delito” consiste en sostener ciertas convicciones incómodas para la sensibilidad posmoderna, o mejor dicho, para la dictadura relativista. Por ello son sutilmente ninguneados.

¿Cómo deben intervenir los creyentes en el ámbito público?, es la pregunta entonces. El papel de la religión en el debate público no consiste en proponer soluciones políticas concretas o las normas específicas para una acción justa de gobierno. Su papel consiste en “ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos”, precisó Ratzinger. Se trata de un papel “corrector” de la religión respecto a la razón. Pero la misma religión debe abrirse a la función purificadora y vertebradora de la razón respecto de la religión, pues sin ello, aparecen las distorsiones como el fundamentalismo, el integrismo y el fanatismo. En este orden de ideas, la racionalidad secular y las creencias religiosas se necesitan mutuamente, y por ello, deberían entablar un diálogo continuo y profundo, poniendo en práctica aquello que sugiere Habermas: “hablar los unos con los otros”, y no los unos sobre los otros. En síntesis, la religión presenta una contribución al debate público, y no es el enemigo acérrimo que en el siglo XIX los laicistas y anticlericales querían –y quieren hoy– abolir.

Todo esto es muy teórico, lo sé. Por eso, deberíamos tratar de reflexionar sobre ello, obviando la ligereza de los medios que, en esta visita papal, se dedicaron más a la chismografía y a la propaganda disimulada.

Apostilla: Los juristas ternados al cargo de Fiscal General de la Nación no deben renunciar. En ningún caso. No pueden darles gusto otra vez a unos magistrados que, llevados por la soberbia y el rencor político han pasado por encima de la institucionalidad. Después de 14 meses siguen aduciendo las mismas razones para su desafortunada conducta. ¡Como si no supiéramos qué ha pasado desde el primer día! ¡Al menos no nos crean tontos!, Honorables Magistrados.

Publicado en El Mundo, 22 de septiembre de 2010.

Girardot, 19 de septiembre de 2010.

Comentarios

Maldoror dijo…
Sería interesante saber que desarrollara la idea de que la racionalidad necesita de la fe o la creencia religiosa. En particular con respecto a la posibilidad de "descubrir los principios morales objetivos" ¿Exáctamente para que necesita la razón de la fe para este fin? De hecho, si los principios morales son objetivos, es porque son racionales y por ende se pueden descubrir utilizando la razón. Es como decir que necesitamos de la fe para descubrir las leyes de la física o para hacer una demostración matematica: una idea que uno descarta casi que de golpe.
EXCELENTE, EXCELENTE, EXCELENTE. ¡¡¡¡¡¡Esto es lo mejor que le he leído!!!!!!
Cami, gracias!
Maldoror, el descubrimiento de principios eticos y morales objetivos del actuar no requiere de la fe. De hecho, eso es lo que afirma la doctrina de la ley natural.
A renglón seguido, y quizás por eso la confusión, me refiero a la relación de la fe y la razón, o de la religión y la racionalidad, las cuales se necesitan mutuamente, y que, por supuesto, están en el trasfondo del papel público de la religión.
Francisco J. Contreras dijo…
Enhorabuena, Iván. Estupendo artículo.
Francisco J. Contreras dijo…
Dijo Maldoror: "Es como decir que necesitamos de la fe para descubrir las leyes de la física"

Pues sí, los físicos necesitan también un tipo de fe (fe en la inteligibilidad del mundo, en su carácter racional y ordenado; algo que no va de suyo: a priori, uno esperaría caos, y no orden). Al menos, eso pensaba un tal Albert Einstein:

"Sin la fe en que es posible captar la realidad mediante las teorías que construimos, y sin la creencia en la armonía interna de nuestro mundo, no sería posible la ciencia" (A. Einstein - L. Infeld, "The Evolution of Physics", Simon, Nueva York, 1938, p. 312).

También opinaba eso otro mindundi llamado Max Planck:

"La ciencia exige también tener un espíritu creyente. Cualquiera que haya acometido con seriedad un trabajo científico se habrá dado cuenta de que sobre las puertas de entrada al templo de la ciencia están escritas las palabras "DEBÉIS TENER FE". Es una cualidad de la que el científico no puede prescindir"

(Max Planck, "Where is Science Going?", W.W. Norton & Co., Nueva York, 1932, p. 214).
Maldoror dijo…
Francisco J.

Ud podría llamar la creencia en la uniformidad del mundo "fe". Pero creo que en términos epistemológicos llamaríamos una suposición básica sobre el mundo. Asumimos que el mundo es uniforme, pero esa suposición al menos se ve correspondida en que, en efecto, encontramos regularidades y patrones que se pueden medir empíricamente. No veo una correspondencia con la fe, al menos con la fe religiosa. Algunos filósofos de la religión (como Plantinga) han tratado de justificar que la creencia en Dios es una creencia básica justificada. Pero creo que se siguen quedando cortos. La creencia en Dios (a diferencia de la creencia en la uniformidad del universo) sobra pues no nos permite explicar mayor cosa o es necesaria para sustentar todo un conjunto de creencias (por ejemplo la ciencia o la moral).
Francisco J. Contreras dijo…
Maldoror:

La creencia en la uniformidad legiforme del mundo natural y la fe en Dios están más relacionadas de lo que pueda parecer. ¿Por qué la ciencia nació precisamente en Occidente? Porque el cristianismo es la religión que más enfatiza la idea de un Dios racional que crea un cosmos racional, gobernado por leyes que el hombre puede comprender (pues hay una relación analógica entre la razón divina y la humana).

Los fundadores de la ciencia moderna fueron, en su mayoría, hombres muy religiosos: Kepler, Copérnico, Galileo, Newton, Pascal ... No recuerdo si era Kepler o Galileo el que hablaba del "libro de la naturaleza, escrito por Dios en caracteres matemáticos".
Maldoror dijo…
Francisco:

Creo que hay que distinguir dos discusiones:

Una es en que medio cultural surgió la ciencia y si aspectos de dicho medio en efecto permitieron el surgimiento de la ciencia tal y como la conocemos hoy. En ese sentido sus observaciones me parecen pertinentes. En efecto, uno de los aspectos básicos del monoteismo (aunque no únicamente cristiano) es la idea de un Dios que no interviene constantemente sobre la naturaleza. En ese sentido el cristianismo, el judaismo y hasta cierto punto el Islam fueron favorables para el desarrollo de la ciencia. Aunque es importante añadir un matiz: la ciencia como tal surgió en Grecia, en un medio pagano (y curiosamente muchos de los primeros filósofos y científicos fueron críticos abiertos de la religión y del relato mitológico como explicación del mundo).

Por otra parte, creo que decir que los principales fundadores de la ciencia moderna eran cristianos, me parece un dato más bien irrelevante. Era más bien predecible, en tanto era la religión predominante en la cultura en la que surgieron.

La otra discusión, a la que le estoy apuntando, es si espitemológicamente es necesario el concepto de un Dios. Es decir, si argumentativamente se necesita el concepto de Dios para presuponer cosas fundamentales para el desarrollo de la ciencia, tales como la uniformidad del mundo etc... Eso es un problema puramente argumentativo y no depende del desarrollo de la ciencia como empresa social ni del nicho en que surgió y se desarrolla (a menos claro, que ud suscriba a teorías más "post modernas" de la Ciencia como un Bruno Latour, posición respetable pero que considero errada).
Francisco J. dijo…
Maldoror:

Yo diría que en Grecia hubo sólo atisbos científicos, y que el gran despegue de la ciencia no se produce hasta el siglo XVII. Por tanto, es pertinente la cuestión de por qué civilizaciones técnica y filosóficamente tan sofisticadas como la egipcia, la greco-romana, la china o la hindú no consiguieron generar ciencia ... y sí lo consiguió la cristiano-occidental a partir del XVII.

La hipótesis que propongo (no es una ocurrencia mía: sigo a Whitehead, Duhem, Jaki, etc.) es que sólo en el Occidente cristiano existía la idea de: 1) un Creador racional que crea un cosmos racional y lefigorme; 2) un Creador que no se confunde con su creación (por tanto, la naturaleza posee autonomía: puede ser estudiada como un mecanismo gobernado por leyes racionales); 3) un hombre creado a imagen y semejanza de Dios (y, por tanto, capacitado para comprender las leyes racionales que rigen el cosmos); 4) un hombre que, para colmo, ha sido llamado por Dios a "dominar la Tierra". Estas cuatro ideas constituyen la matriz cultural perfecta para la empresa científica.

La imagen mitológica del mundo contra la que reaccionan los filósofos griegos es muy diferente del escenario cristiano: son muchos dioses; no son racionales (más bien "demasiado humanos"); intervienen constantemente en lo creado (falta la idea de la autonomía de lo creado) ... La "ciencia" griega (la Física de Aristóteles) será un completo fiasco (quiero decir: la imagen aristotélica del cosmos [órbitas circulares, escisión entre el mundo sublunar y el cielo de las estrellas fijas, interpretación teleológica de los fenómenos naturales, etc.] más bien bloqueará el posible desarrollo de la ciencia durante casi 2000 años).

Es interesante también el caso de China, una civilización muy fértil en invenciones prácticas (pólvora, brújula, etc.) que, sin embargo, no consigue tampoco el salto al pensamiento científico. Según J. Needham ("Science and Civilization in China"), ello se debió fundamentalmente a la ausencia de la idea de un Creador personal y racional.

Respecto a su observación según la cual los padres de la ciencia moderna no podían ser sino cristianos, dado que en el XVII todo el mundo lo era: lo que quise decir es que Newton, Galileo, Kepler, Copérnico, etc. eran, por así decir, "más religiosos que la media". En la biblioteca personal de Newton había más volúmenes teológicos que científicos. Todos ellos, a medida que descubrían leyes físicas, experimentaron la sensación mística de estar adentrándose en la mente de Dios. Este misticismo "pitagórico" (cierto asombro religioso ante la racionalidad del cosmos) se ha mantenido en la mayoría de los verdaderamente grandes científicos de siglos posteriores: Einstein, Planck, Faraday, Bohm, Darwin ... Einstein hablaba abiertamente de una Mente infinita (aunque rechazaba la idea de un Dios personal propuesta por las religiones positivas).
F.J. Contreras dijo…
Escribí una larga respuesta y se ha perdido en el ciberespacio.

Como respuesta a Maldoror, venía a decir que:

- es en Occidente -no en la Grecia antigua- donde despega la ciencia de verdad; en Grecia sólo hay atisbos

- la cosmovisión cristiana proporciona la matriz cultural perfecta para el nacimiento de la ciencia (como sostuvieron Whitehead, Duhem, Jaki, etc.) porque incluye estas cuatro ideas: 1) Creador racional que crea un cosmos inteligible; 2) separación Creador/creación (autonomía de lo creado: esto favorece la concepción del universo como un "mecanismo" predecible y explicable: en la cosmogonía griega, en cambio, unos dioses bastante irracionales intervienen constantemente en lo creado); 3) hombre creado a imagen y semejanza del Creador (por tanto, capacitado para comprender las leyes racionales que el Creador ha impreso en su obra); 4) hombre llamado a "dominar la Tierra".

Es significativo que tampoco China (una civilización muy fértil en invenciones técnicas) se mostrara capaz de saltar a la ciencia. Según J. Needham, ello se debió a que en China faltaba la idea de un Dios personal y racional.

Los primeros grandes científicos no fueron sólo "cristianos culturales": fueron personas especialmente religiosas. Cuando descubrían leyes físicas, creían adentrarse en la mente del Creador. Asombro místico-matemático ante la racionalidad del cosmos. Este asombro ha sido compartido por grandes científicos de todas las épocas (también en el siglo XX): Einstein, Planck, Faraday, etc. Incluso Darwin.
De acuerdo con Francisco.
Sólo añado que, en puridad, la ciencia y la fe no se oponen, al fin y al cabo, las dos pretenden encontrar respuestas verdaderas acerca del mundo. Lo que sí es irreconciliable es el cientificismo y el fideísmo.
Maldoror dijo…
Francisco:

Por una parte me parece discutible afirmar que en grecia solo se dieron atisbos de la ciencia. De hecho, hubo grandes científicos que sentaron las bases del pensamiento científico: la observación metódica y el uso de las matematicas y la geomatría como un lenguaje común para entender esas observaciones.

Ahora, respecto a l argumento que ud propone, de nuevo, explica un nicho social favorable para el surgimiento de la ciencia. En efecto, un creador racional crea un cosmos inteligiblea, el creador está separado de lo creado y el hombre tiene la capacidad racional para entender el universo creado (la 4 si me parece irrelevante, en tanto el concepto de ciencia no necesariamente implica dominar a la naturaleza). Pero eso no demuestra que dichas ideas sean necesarias o que dependan de la cosmología cristiana (de hecho, muchas de esas ideas no necesariamente provienen del monoteismo religioso y si más del pensamiento griego que se filtró en este por medio del desarrollo de la teología: la idea de cosmos es griega por excelencia, el rechazo al irracionalismo del politeismo también lo desarrollaron los filósofos griegos y la idea del hombre racional capacitado para entender el mundo la desarrollaron platón y aristóteles. Y siguiendo su idea, habría que preguntarse por que los hebreos con su monoteismo primiginio no desarrollaron ninguna ciencia ni se destacaron precisamente por su tecnología avanzada).

En últimas, vuelvo e insisto (y aquí empato con los comentarios de Iván), no es que la fe sea contradictoria con la ciencia. Más bien, es que para el desarrollo mismo de la empresa científica, la fe simplemente sobra, es inecesaria.

Si quiere ver sociológicamente mi afirmación, vea que en efecto el mundo científico ha tendido más que ningún otro a secularizarse. Los primeros científicos habrán sido cristianos (y habrán racionalizado su trabajo pensando que estaban descubriendo las leyes y el orden del creador). Pero entre más avanzaba la ciencia, más irrelevante se ha vuelto el concepto de Dios para explicar el mundo.

Retomando la idea original de la discusión, el monoteismo culturalmente fue útil para el surgimiento de la ciencia. Pero a su vez, al crear un Dios que se distinguía de la creación y un Dios que además intervenía poco en esta, contenía el germen de su propia secularización (como lo notó un sociologo de la religión de la talla de un Peter Berger).
F.j. Contreras dijo…
Maldoror:

Estoy de acuerdo en que el cristianismo es la religión más secularizable (en el sentido de que deja espacio para la autonomía de las realidades temporales: y esto tanto en la ciencia, como en la política [separación Iglesia-Estado] y la moral [concepto de "ley natural"]).

No coincido, sin embargo, con su enfoque, que parece incluir la idea de que el cristianismo "ya ha hecho su trabajo [facilitar el nacimiento de la ciencia, así como el de la democracia y los derechos humanos] y puede irse".

El sistema liberal-democrático manifiesta cada vez más un déficit de fundamentación (como reconoció el propio Habermas en su diálogo con Ratzinger). La moral sufre un proceso de subjetivización-"emotivización". Y hasta la ciencia (último bastión de la objetividad) experimenta cierta deriva instrumentalista-funcionalista (concibe su propia labor, no como el desvelamiento de la verdad sobre el mundo natural sino, más modestamente, como la elaboración de "modelos" provisionalmente útiles en nuestro trato con la realidad física).

En cuanto al "incontenible proceso de secularización" ... debe saber que el propio Berger ahora anuncia lo contrario (vid. "The desecularization of the world", 1999). El modelo weberiano de "desencantamiento del mundo" (la modernización comportaría inevitablemente la secularización) sólo es aplicable a Europa. El resto del mundo (incluido EEUU) es hoy día más religioso que hace 30 años (a pesar de ser más moderno, más tecnificado y más rico).
Maldoror dijo…
Francisco:

Creo que debemos mantenernos en la discusión, que es sobre la relación entre ciencia y fe. El tema de la secularización y de si las tesis de la secularización se sostienen o no es otra discusión fascinante en si misma, pero no es lo que estamos discutiendo.

Mi punto no es que el cristianismo "cumplió" su trabajo y "puede irse". Mi punto es que una cosa es afirmar que históricamente el monoteismo permitió un marco cultural para el surgimiento de la ciencia y otra afirmar que la ciencia filósoficamente depende de la creencia religiosa de una religión monoteista. Creo que la primera es cierta hasta cierto punto (y digo cierto punto, porque como señalé, la ciencia ya había a empezado a desarrollarse en un ambiente cultural politeista, la Grecia antigua), pero afirmo que uds no han presentado ninguna evidencia de que la segunda sea verdad.

En cuanto a su observación sobre la ciencia como una actividad que busca "desvelar la verdad sobre el mundo natural" y la aparente contradicción con una que se dedica a elaborar modelos provisionales para entender la realidad física, no veo cual sea el problema. La ciencia en efecto tiene como ideal la busqueda de la verdad, pero la ciencia es una empresa hecha por humanos con información incompleta (al decir de Popper, con una ignorancia infinita). Por ende, en efecto, la ciencia sólo puede proponer modelos que se ajusten lo mejor posible a la evidencia. Y si aparecen otros con mayor poder explicativo lo reemplazan.

Finalmente sobre lo de Berger, si conozco plenamente sus planteamientos actuales. Pero mi punto (que ud mismo lo concedió) es que el monoteismo contenía el germen de su propia secularización. No sólo por lo que ud menciona, sino también porque al separar el creador de la creación, crea de por si un desencanto del mundo (en relación a las religiones politeistas). Ahora, como le dije, la discusión sobre la secularización de la sociedad es otra discusión aparte; yo sólo estaba hablando de la secularización de un grupo en particular: la comunidad científica. Creo que la evidencia es abrumadora en que actualmente (sobre todo en las ciencias más duras) la mayoría de los científicos actuales no son creyentes o si lo son, han separado su trabajo de su fe.
F.J. Contreras dijo…
Maldoror:

Creo que, por supuesto, se puede hacer ciencia tanto desde una cosmovisión atea como desde una teísta. No creo que sea cierto que "la abrumadora mayoría de los científicos actuales no son creyentes". Dos macroencuestas sobre científicos de primera fila (lamento no tener el dato exacto a mano), realizadas a principios del siglo XX y la década de los 90, arrojaron, curiosamente, porcentajes casi idénticos: 40% de creyentes, 45% de ateos y 15% de "no sabe". Casi un empate. El porcentaje de ateos no había crecido en 80 años.

Es sorprendente cómo algunos grandísimos científicos hablan sin complejos de su creencia en una Mente superior. Einstein, por ejemplo, rechazaba las religiones positivas, y sin embargo creía en un Espíritu creador: "Ciertamente, la convicción -similar al sentimiento religioso- de la racionalidad o inteligibilidad del mundo se encuentra en la base de todo trabajo científico de cierta entidad. [...] Esta firme creencia, una creencia entreverada de un profundo sentimiento, en una mente superior que se revela en el mundo de la experiencia, representa mi concepción de Dios" (Albert Einstein, "Ideas and Opinions", Dell, Nueva York, 1973, p. 49).

Tampoco estoy de acuerdo en que los científicos creyentes necesiten "separar su ciencia de su fe" (si es que eso significa dividir la mente en compartimentos estancos y entender la fe como algo totalmente ajeno a la razón). Ciertamente, la ciencia por sí misma no puede probar ni la existencia ni la inexistencia de Dios. Pero muchos científicos han encontrado en la labor científica indicios (o, más bien, motivos de asombro) que hasta cierto punto funcionan como "preámbulos de la fe". Por ejemplo, la "irrazonable eficacia de las matemáticas" (Wigner: "El milagro de la articulación entre la matemática y las leyes físicas es un obsequio maravilloso que no merecemos ni entendemos"), la insolubilidad del problema del origen de la vida (parece que los biólogos están totalmente desconcertados), la consolidación del modelo cosmológico de la Gran Explosión (el cual, sin demostrar por sí mismo la existencia de Dios, sin duda resulta más fácilmente conciliable con una cosmovisión teísta que el modelo rival de "universo estacionario"), etc., etc.
Maldoror, escribe Ud: "Mi punto es que una cosa es afirmar que históricamente el monoteismo permitió un marco cultural para el surgimiento de la ciencia y otra afirmar que la ciencia filósoficamente depende de la creencia religiosa de una religión monoteista. Creo que la primera es cierta hasta cierto punto (y digo cierto punto, porque como señalé, la ciencia ya había a empezado a desarrollarse en un ambiente cultural politeista, la Grecia antigua), pero afirmo que uds no han presentado ninguna evidencia de que la segunda sea verdad".
Supongo que alude a Francisco y a mí, y en cuanto a lo que a mí respecta, no he sostenido la dependencia de ciencia y fe, sino su no incompatibilidad. Por eso, creo que no debo aportar razones para aquello, sencillamente porque no lo creo. Pero le agradezco el comentario, porque es el típico razonamiento fideísta que nos atribuyen a los creyentes.
Sobre el punto que resalta Francisco, quiero traer a colación que, con frecuencia, los científicos hacen gala de su ateísmo pretendiendo justificarlo con premisas científicas, lo cual resulta ser metodológicamente inapropiado. Por ej. S. Hawking dice recietemente que Dios no creó el universo, como si conclusiones de esta naturaleza no fuesen más bien cuestiones de filosofía de la ciencia o teodicea, no propiamente de la física. Los científicos, que tanto defienden la autonomía de la ciencia, deberían ser consecuentes en esta y circunscribirse a hablar con precisión de su propia parcela. No de las otras. O al menos, aclararnos que están emitiendo una opinión personal.
Maldoror dijo…
Francisco:

Sería interesante que trajera la encuesta sobre los niveles de creencia entre los científicos. Yo me base en mi afirmación en esta encuesta, que muestra nieveles muy bajos de creencia (a finales del los 90 menos del 10% entre los científicos de elite del país) y que además muestra una caida en el siglo XX. De hecho, si mal no recuerdo, Berger habla en el libro que ud menciona sobre la desecularización del mundo, de que entre los nichos fuertemente secularizados se encontraba la academia (en términos generales).

En cuanto a la separación entre ciencia y fe en el ejercicio de la fe, es lo que en espistemología llaman la aplicación del naturalismo metodológico.Es decir que el científico independientemente de sus creencias, cuando utiliza el método científico está asumiendo que el mundo natural funciona de manera mecánica y apersonal. En otro sentido, mi afirmación apunta a un hecho conocido: muchas de las grandes teorías de la ciencia, como la teoría de la evolución o el heliocentrismo han hecho a Dios y la fe elementos cada vez más incesarios para explicar el cosmos.

Iván:

Yo no diría que el punto que estaba haciendo era fideista. No se trata de pretender justificar la existencia de Dios apelando unicamente a la fe ciega sin recurrir a la razón. Era simplemente apuntar que Dios y la fe religiosa no eran necesarias para el desarrollo de la empresa científica.
Maldoror, por fideísta me refería a cierta tendencia de achacarle a los creyentes que cualquier consideración suya obedece a su fe, y no a un sustento racional. O a lo primero en desmedro de lo segundo. Personalmente soy un convencido de la razonabilidad de la fe. Pero por su conclusión, veo que estamos de acuerdo. Francisco me parece que ha señalado ya algo en el mismo sentido.
Cordial saludo.
F.J. Contreras dijo…
Maldoror:

He buscado en Internet; la encuesta que yo recordaba vagamente era la de Leuba (1916), referida a mil científicos extraídos aleatoriamente del directorio "American Men of Science". La repitieron en 1996 -con el mismo procedimiento- Larson y Witham ... y los porcentajes de creyentes, ateos y agnósticos fueron casi idénticos a los de 80 años antes (40%-45%-15%). Vid: http://www.mat.univie.ac.at/~neum/sciandf/contrib/clari.txt

No veo por qué el heliocentrismo o la evolución tengan por qué "hacer a Dios innecesario para explicar el cosmos" (salvo que uno se tome el Génesis como un relato literal de la creación del mundo, cosa que sólo hacen algunos fundamentalistas protestantes). En fin, esto nos llevaría muy lejos.

En cambio, hay hechos científicos como la consolidación del modelo cosmológico Friedmann-Lemaître (Big Bang), la persistente incapacidad de los biólogos para explicar el origen de la vida, el "ajuste fino" de las constantes físicas fundamentales, etc., que, sin probar nada por sí mismos (ni la existencia ni la inexistencia de Dios pueden ser probadas científicamente), desde luego sí encajan bien en la perspectiva teísta.

De hecho, Anthony Flew (el más brillante teórico del ateísmo en el siglo XX) se convirtió al deísmo a la vista de estos nuevos datos.

Un saludo cordial (y mis disculpas a Iván por prolongar tanto este debate :-).

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