Una hermandad estratégica

Es desconcertante un sector del periodismo de estas latitudes que soslaya hasta el hartazgo y casi semanalmente los exabruptos verbales y el histrionismo del Coronel Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, y da poco espacio a los gestos menos escandalosos pero no por ello menos significativos de la escena política latinoamericana. Quizás por eso, pasó casi desapercibida en los medios informativos colombianos y peruanos la corta visita de Estado del presidente Álvaro Uribe a Lima, en la que más allá de la empatía de los dos mandatarios, quedó sugerida la posibilidad de una alianza estratégica muy interesante para América Latina.
En un momento en que las relaciones tanto de Colombia como del Perú con Venezuela están tan deterioradas por cuenta del rechazo de los respectivos mandatarios a la pretensión de injerencia en los asuntos internos que dejó traslucir en su momento Hugo Chávez, ha sido un signo político muy significativo la reunión del martes pasado en la que se firmaron acuerdos de cooperación entre las dos naciones. Las materias de tal consenso fueron comerciales, de defensa y seguridad, diplomáticas y en asuntos fronterizos. Además, está pendiente una nueva visita del presidente García a Bogotá en los próximos meses.

Hay que destacar en la relación colombo peruana que los pasos hacia la integración son concretos y no retóricos. El apoyo prometido por García a Colombia de cara a la aprobación en el Congreso estadounidense del TLC, así como para el ingreso del país cafetero al Foro Económico Asia – Pacífico (APEC) dan cuenta de una relación entre los dos presidentes que empieza a dar frutos importantes. Asimismo con los acuerdos firmados en Lima se ha sugerido que las inversiones de Colombia podrían ir cambiando el rumbo de Venezuela hacia el Perú teniendo en cuenta el contexto de incertidumbre y tensión frecuente de las relaciones colombo venezolanas y la tendencia del presidente Chávez a tomar represalias comerciales ante los desencuentros personales. De éste modo, el intercambio comercial entre Colombia y Perú, que ronda el millón y medio de dólares, se incrementaría notoriamente.

Es previsible que en el mediano plazo, la Comunidad Andina de Naciones siga siendo un organismo muy debilitado por cuenta del retiro de Venezuela, y de las consecuencias políticas de las aventuras constitucionales de Ecuador y Bolivia. Además, es probable que la Cumbre Iberoamericana haya quedado herida de muerte por cuenta del incidente entre Chávez y el Rey Juan Carlos. Por eso, creo que hoy en día, el escenario más interesante y esperanzador de una integración latinoamericana seria y responsable pasa por el Océano Pacífico: México, Costa Rica, Colombia, Perú y Chile pueden ser los actores protagónicos de tal proceso, y específicamente la alianza colombo peruana puede ser el eje de tal fenómeno: Por lo estratégico de la ubicación geográfica de las dos naciones –sobretodo la de Colombia–, por la clase dirigente tanto política –por lo menos hasta el 2010 y 2011 que terminan sus períodos Uribe y García– como empresarial de los dos países, por la amistad entre dos gobernantes que quieren pasar a la historia por su gestión exitosa y que entienden la integración no en términos de colonización ideológica, por la empatía de los dos pueblos vecinos, así como por el peso histórico–continental del Perú, entre otras cosas.
Los motivos de la sinergia colombo peruana son plausibles. Requieren de liderazgos que los concreten en iniciativas beneficiosas para las dos naciones. Por todo ello, quizás el futuro próximo nos depare menos retórica nacionalista y bolivariana, y mayores gestos concretos de hermandad que beneficiarán a más de setenta millones de personas.

Arequipa, 13 de diciembre de 2007.

(Publicado en El Colombiano, Medellín, 17 de diciembre de 2007).

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