LA FE ARMADA


¿Existe un consenso normativo a los procesos de cohesión de las sociedades contemporáneas y un respaldo internacional a tal consenso? Se preguntan los profesores Carlos Patiño Villa y Enrique Serrano López en el libro La fe armada, aparecido recientemente y publicado por Intermedio en Bogotá.

El texto es una reflexión bien documentada de los acontecimientos políticos más destacados en el mundo de la posguerra fría interpretados bajo la tesis –que Patiño Villa desarrolla más ampliamente en Guerras de religiones. Transformaciones sociales del siglo XXI (2006)– de que en ellos se puede encontrar un denominador común: las motivaciones religiosas, étnicas y culturales de los protagonistas. Pero más que un choque de civilizaciones o una guerra religiosa (aunque allí creo entrever cierta dubitación entre los autores–, los profesores proponen una lectura de la situación actual que trascienda el etnocentrismo cultural de Occidente, que ha asumido como dogma que el mundo moderno se caracteriza por el secularismo y el laicismo, en suma, por una concepción agnóstica de la sociedad que margina la religión como un elemento cohesionante e identitario, lo que se mantiene con mayor uniformidad en el mundo islámico y en el Oriente Próximo en general.

El trabajo se encuadra dentro de los textos que, particularmente desde el 11 de Septiembre han puesto en la mira la religión como objeto de estudio de los cambios de las sociedades contemporáneas. No deja de causar cierta desazón que dicho fenómeno venga siendo jalonado por actores armados como los terroristas islámicos que se valen de la religión como una justificación moral de sus conductas.

A pesar de la luz que aportan estos estudios, para un público menos dado a precisiones y matices, y en el contexto de una sociedad que se entera de las cuestiones religiosas únicamente por los medios de comunicación, a mi juicio, el riesgo que tales perspectivas conllevan, es que se pierda de vista que el recurso a la violencia supone generalmente una desvirtuación de la vivencia religiosa, sea cual sea. Incluso en el caso de los musulmanes, fue el mismo Benedicto XVI quien defendió en la Universidad de Ratisbona una interpretación del Islam que desechaba toda forma de violencia por considerarla contraria a la racionalidad de Dios.
En este sentido, los cristianos católicos además, tenemos el sambenito de resultar asociados a fenómenos que son ajenos a la vivencia sincera de la fe cristiana como el fundamentalismo y el integrismo. Me parece que en el libro se echa de menos la precisión de que tales manifestaciones no son propias de la experiencia religiosa como tal o que incluso, no son su cara más significativa. Aunque evidentemente, los próximos años demostrarán si tales fenómenos son aislados –aunque altamente simbólicos– o se irán convirtiendo en casos cada vez más recurrentes.

Sea como fuere, desde una perspectiva sociológica y política es innegable que en muchos escenarios hodiernos –Irán, Israel – Palestina, Turquía, Arabia Saudita, Irak, y al interior de sociedades desarrolladas en las que el multiculturalismo parece no ofrecer una respuesta consistente al fenómeno religioso (un tema que valdría la pena estudiar)– la religión es uno de los factores de conflictos y tensiones.

La fe armada viene a reiterar una discusión muy interesante, poniendo sobre la mesa algunos interrogantes que los autores dejan entrever: ¿Se está “islamizando” Occidente? ¿La irreligiosidad y el secularismo de la modernidad occidental conlleva choques culturales con sociedades como las orientales en las que tal fenómeno se mira con temor? ¿Qué papel ocupará el Estado–nación moderno en un mundo en el que los conflictos no son interestatales sino intrasociales? ¿Se irá generalizando en los próximos años el fenómeno del terrorismo por cuenta de las motivaciones religiosas?

Quizás no necesite escribir que la lectura de libros como éste es imprescindible.

Arequipa, 24 de Agosto de 2007.

Comentarios

Estimado Iván, creo que los detalles técnicos del tema jurídico y su complejidad para muchos periodistas como yo, hace muy confusa una disertación más allá del tema ético.

Creo que la opinión pública demanda muchos más elementos de fondo sobre este tema y no casos extremos que generan una lacrimógena vanalización del tema. A nivel de Cine, Libros y novelas han corrido ríos de tinta haciendo apología del delito en casos extremos; mientras hay lugares en Suiza, donde las personas de edad pueden ir a centro de eutanasia, como si fueran SPA.
Me parece que el comentario de Miguel está relacionado con el tema de la eutanasia publicado el 7 de octubre.
Coincido con la necesidad de elementos de fondo de la discusión.

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