Diplomacia de pulgares
D esde que las redes sociales entraron de lleno en la política, la expresión «pan y circo» se transformó: ya no requiere planeación, logística, recursos públicos y convocatoria: basta que el gobernante escriba un mensaje mientras va en el asiento de atrás del vehículo oficial que lo lleva de un lado a otro. O incluso puede hacerlo mientras realiza cualquier actividad menos ceremoniosa. Es la diplomacia de pulgares: aquella con la que un par de frases pretenden sintetizar décadas de historia de cualquier país o analizar una votación, la que insulta al presidente de un país amigo como si ambos estuvieran en un bar, la que desafilia al Estado de un organismo multilateral, pero sobre todo, la que reparte condenas morales a diestra y siniestra (en realidad, a los que no piensan como él). Porque en el fondo, la diplomacia de pulgares consiste en presumir superioridad moral señalando, denostando, calumniando o simplemente despreciando a presidentes o pueblos enteros, da igual: lo importante e